En el archivo de mi ordenador figuran varios comentarios enlatados que aún no los he publicado, por lo que empiezo hoy con varios de ellos, para que el código de barras no haga saltar las alarmas de su caducidad.
La verdad es que como tuve todo este verano y el anterior en fase de maduración, esperando que el comerciante que tiene una lámpara electroneumática se canse de tenerla allí colgada en una esquina, acudí haber si haciéndole una última oferta excesivamente generosa por mi parte, en esta ocasión ya había madurado y caía. El comerciante no había abierto el puesto, así que haber si hay suerte y sigue allá dentro de medio año, al menos.
Quedaba otra por tantear. Se trataba de una preciosa lámpara inglesa tipo Marsaut, que ya había intentado comprar un domingo anterior a otro comerciante. El precio no era excesivamente alto pero tampoco era demasiado razonable.
Tal vez porque había fracasado en el intento por comprar la primera lámpara, en esta ocasión sucumbí a las pretensiones del comerciante, que en varias ocasiones me ha vendido ya lámparas de mina.
La verdad es que el inminente viaje a la feria de lámparas de mina de Bully les Mines me hizo dudar, pero en el avión enseguida se llega a los veinte kilos de peso cuando hablamos de lámparas de mina y ésta nada más que había que echarla al coche para que llegase a Asturias.
Así, que vino…
La verdad es que como tuve todo este verano y el anterior en fase de maduración, esperando que el comerciante que tiene una lámpara electroneumática se canse de tenerla allí colgada en una esquina, acudí haber si haciéndole una última oferta excesivamente generosa por mi parte, en esta ocasión ya había madurado y caía. El comerciante no había abierto el puesto, así que haber si hay suerte y sigue allá dentro de medio año, al menos.
Quedaba otra por tantear. Se trataba de una preciosa lámpara inglesa tipo Marsaut, que ya había intentado comprar un domingo anterior a otro comerciante. El precio no era excesivamente alto pero tampoco era demasiado razonable.
Tal vez porque había fracasado en el intento por comprar la primera lámpara, en esta ocasión sucumbí a las pretensiones del comerciante, que en varias ocasiones me ha vendido ya lámparas de mina.
La verdad es que el inminente viaje a la feria de lámparas de mina de Bully les Mines me hizo dudar, pero en el avión enseguida se llega a los veinte kilos de peso cuando hablamos de lámparas de mina y ésta nada más que había que echarla al coche para que llegase a Asturias.
Así, que vino…
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