En los comentarios de la semana pasada hice mención a que en mis aventuras de los sábados y algunos domingos por los pueblos de los valles mineros asturianos me acompañaba mi amigo Rey, que había sido minero, y fue quien me introdujo en este maravilloso mundo de las lámparas de mina.
Me enseñó primero a conocer el nombre de las piezas, a montarlas y desmontarlas. También fui con él a visitar a los pocos coleccionistas de lámparas de mina que había en aquella época, donde contemplaba con admiración pero con desconocimiento, todo este maravilloso mundo.
Sus conocimientos me permitieron diferenciar y conseguir los mejores ejemplares que aparecían, sobre todo si eran lámparas de seguridad de aceite, ya que buscaba las de bencina. Hoy forman parte de mi colección.
Marchó a vivir a Gijón. Allí tienen el rastrillo todos los domingos y ya no tenía la misma necesidad de entonces de ir por los pueblos en busca de todo lo que coleccionaba, ya que era muy polifacético.
El tiempo y la distancia nos fue alejando. También sus problemas de salud. La última vez que lo fui a visitar a Gijón me enseñó el garaje que había preparado con todas sus cosas, especialmente le gustaban los bastones que venían de Cuba y se dedicaba por entonces en sus ratos libres a fabricarlos de forma artesanal.
No supe más de él, incluso no sabía con certeza si vivía cuando escribí mis primeros comentarios, pues a pesar que preguntaba a un amigo común por él, la respuesta era siempre la misma: que estaba mal, a pesar de que se repuso de un problema inicial, pero no salía de casa.
Un día recibo un e-mail de José Rey. Era su hijo. Me comentaba, además de la fecha del fallecimiento de su padre, que era lector habitual del blog y desde entonces me manda cosas para que publique. ¡Lástima que no se poner aún los vídeos que me envía!
Me enseñó primero a conocer el nombre de las piezas, a montarlas y desmontarlas. También fui con él a visitar a los pocos coleccionistas de lámparas de mina que había en aquella época, donde contemplaba con admiración pero con desconocimiento, todo este maravilloso mundo.
Sus conocimientos me permitieron diferenciar y conseguir los mejores ejemplares que aparecían, sobre todo si eran lámparas de seguridad de aceite, ya que buscaba las de bencina. Hoy forman parte de mi colección.
Marchó a vivir a Gijón. Allí tienen el rastrillo todos los domingos y ya no tenía la misma necesidad de entonces de ir por los pueblos en busca de todo lo que coleccionaba, ya que era muy polifacético.
El tiempo y la distancia nos fue alejando. También sus problemas de salud. La última vez que lo fui a visitar a Gijón me enseñó el garaje que había preparado con todas sus cosas, especialmente le gustaban los bastones que venían de Cuba y se dedicaba por entonces en sus ratos libres a fabricarlos de forma artesanal.
No supe más de él, incluso no sabía con certeza si vivía cuando escribí mis primeros comentarios, pues a pesar que preguntaba a un amigo común por él, la respuesta era siempre la misma: que estaba mal, a pesar de que se repuso de un problema inicial, pero no salía de casa.
Un día recibo un e-mail de José Rey. Era su hijo. Me comentaba, además de la fecha del fallecimiento de su padre, que era lector habitual del blog y desde entonces me manda cosas para que publique. ¡Lástima que no se poner aún los vídeos que me envía!
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