Con la cámara digital en la mano, resultó fácil avanzar los primeros metros por el interior de la galería mientras la luz que penetraba por la boca de la mina fue suficiente.
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Se podía avanzar erguido sin ninguna dificultad. Es más, la emoción del momento es indescriptible. A la entrada se percibían los fuertes contrastes entre el verde de la vegetación exterior con los amarillos que iban apareciendo, para pasar a los ocres.
Pronto la luz fue nula. Era el momento de mirar hacia atrás y ver como la entrada se había convertido en un minúsculo punto blanco.
Pronto la luz fue nula. Era el momento de mirar hacia atrás y ver como la entrada se había convertido en un minúsculo punto blanco.
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Los fogonazos del flash de la cámara enfocada hacia delante me iban señalando el sendero, que efectivamente estaba liso, y sólo al llegar al final pude apreciar que había bastantes piedras que habían sido removidas y estaban fuera de lugar.
Las hornacinas trabajadas en la roca para colocar las lucernas, según lo que había leído sobre las minas romanas de Riotinto, estarían en la parte izquierda según se iba avanzando. Hacia allá dirigía mi cámara, cruzando los dedos para que su funcionamiento automático se pusiera en práctica y consiguiese recogerlas. A oscuras a mi me resultaba imposible todo.
Sigue…
Las hornacinas trabajadas en la roca para colocar las lucernas, según lo que había leído sobre las minas romanas de Riotinto, estarían en la parte izquierda según se iba avanzando. Hacia allá dirigía mi cámara, cruzando los dedos para que su funcionamiento automático se pusiera en práctica y consiguiese recogerlas. A oscuras a mi me resultaba imposible todo.
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