No solamente me autorizó, sino que me agradeció que lo incluyese en mi trabajo.
Tiene en su biblioteca mi libro Luces en las minas de Asturias y no escatimó adjetivos hacia la positiva visión que tiene sobre este trabajo. Viniendo de un profesional cualificado y dedicado a la mina, he de reconocer que me halagaron sus palabras.
Además me comentó, que tiene una colección de más de 30 lámparas de mina, completas y operativas. Me prometió enviar alguna foto.
Mostró gran interés por contactar con alguno de los muchos aficionados catalanes que tienen especial sensibilidad por las lámparas de mina. Le hablé de varios y le invité a la charla-coloquio que daré, si Dios quiere, en diciembre, en el Centro Asturiano de Barcelona y donde estoy convencido que la mayoría de ellos irán y será un buen momento para conocernos todos.
La dificultad para no intentar primero agilizar estas comunicaciones con otros amigos y aficionados a las lámparas de mina es que no es usuario de Internet.
Aún queda un pequeño asunto pendiente. La editorial del libro, que tiene derechos por cinco años sobre los textos publicados, habrá de autorizar también que lo pueda usar. De ello me ocuparé más adelante.
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