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martes, 27 de diciembre de 2011

Hoy en la Sociedad de Festejos y Cultura "San Pedro" de La Felguera. 19:30 horas


Se celebrará el acto de presentación del libro Escuela de Ayudantes y Capataces Facultativos de Minas. Mieres del Camino (1913-1936). Una historia de 150 años escrito por Luis Jesús Llaneza González y cuyo cartel anunciador constituye la imagen de hoy donde aparecen el nombre de los intervinientes.

Aprovecho para incluir un comentario redactado por Guillermo Férnandez Lorenzo de Moreda:


LUIS JESÚS LLANEZA
Luis Jesús Llaneza terminó los estudios de Facultativo de Minas en la Escuela Técnica de Mieres, en el año 1959. También se licenció en Ciencias, sección de Químicas y cursó estudios correspondientes a Derecho y doctorado en Ciencias.
Catedrático en matemáticas en varios institutos de Bachillerato, entre los que se encuentra el antiguo de Aller en Sotiello, donde impartió enseñanza entre los años 1981 y 1986. Se jubiló en el Instituto Bernardo de Quirós de Mieres.
Tiene publicados varios trabajos sobre su especialidad, y numerosas aportaciones sobre temas de naturaleza matemática y artículos en prensa y revistas de la materia.
Paralelamente, durante veinticinco años ha trabajado como técnico y gestor en la industria privada, habiendo coparticipado en la creación de cinco empresas.
Fue Luis Jesús el principal promotor, desde su puesto de director del Instituto de Bachillerato de Aller en Sotiello, de aquellas jornadas culturales que se celebraban y que tuvieron su inicio en marzo de 1983 sobre Ortega y Gasset. Va a hacer 29 años. Naturalmente él dice que estuvo en aquella ocasión muy arropado por la profesora Ana Esther Velásquez Fernández, por todo el claustro de profesores y por los alumnos que en aquel año cursaban sus estudios de bachiller, pero él fue el alma de las jornadas, que aún continúan celebrándose.
Este libro serviría para acreditar a cualquier autor, si ya Luis Jesús no estuviese suficientemente acreditado a través de su vida fecunda de escritor y profesor.
Ningún historiador del Caudal alcanza la magnitud en la observación y sobre todo en la minuciosidad y rigurosidad de sus fechas y nombres.
Magnífico libro por su contenido, estupendo por su forma e interesante por la materia que expone.
El mismo tema de la Escuela de Minas de Mieres y el manejo del idioma como pocos, le permiten escribir de una manera firme, sustanciosa y sin vacilaciones ni retoricismos vanos. Como historiador que es, la seriedad por delante.
El tema no deja de ser interesante por lo que unido a todas esas otras cualidades, no dejara de tener y encontrar muchos lectores.
Por otra parte no somos muy ricos en Asturias en cuanto a obras de la región se refiere, y de documentación regional, para que podamos permitirnos el lujo de no prestar la debida atención a esta obra, y de no darle la importancia debida, porque está hecha a base de conciencia, de paciencia, de historia y de rigurosidad.
Yo, que buena parte de mi vida la he dedicado a la historia del concejo de Aller, pienso que es una lástima que no se prodiguen más estas obras. Claro, produce callos su trabajo de recopilación de datos y de manejo de archivos; pero ahí están. Son obras de superación y, además, de ponderación regional.
De todos esos trabajos arduos que exige la recopilación de todos los datos, en este caso de la Escuela de Minas de Mieres, podemos extraer de varias conclusiones, una que nos deja completamente convencidos de que, cualquier sociedad, ente o modesto club o empresa, por muy modestas e insignificantes que nos parezcan, desde el momento mismo de su fundación debe nombrar como imprescindible ente de su junta directiva o de gobierno, de la misma manera que se nombra a un secretario, a un contador, a un tesorero, etc., un cronista oficial que archive todos y cada uno de los movimientos de la sociedad, por nimios que ellos puedan parecer.
Esa figura, en el caso de la Escuela de Minas de Mieres, la ha suplido Luis Jesús Llaneza, pero con un esfuerzo y un trabajo que han costado muchísimas horas, mucha investigación, visitas, conversaciones, en fin, un trabajo ímprobo, pero que le agradecemos.
No sería lógico considerar a la Escuela de Facultativos de Minas, una figura señera exclusivamente de la capital del concejo vecino. Allí se formaron facultativos de todos los concejos limítrofes. De allí salieron todos los técnicos que laboraron en nuestras minas de Aller, con alguna excepción de alguno que ha realizado sus estudios en la Escuela de León.
Así es que está íntimamente ligada a Aller y a la historia de su minería. El vigor de esta casa, el constante bullir de los alumnos de todas las edades, multigeneracional, y las técnicas que se cultivaron para la mina y para las fábricas metalúrgicas, todo está recogido.
Bien sabemos que el café que estaba en la acera de enfrente, el Carolina, tuvo unos años de gloria a principios y mediado el siglo XX, merced a la Escuela. Era como una sucursal donde se refugiaban aquellos que rehusaban a ciertas clases o a cualquier examen. Allí se esperaba la salida de los compañeros de curso con alguna nueva. Era lugar de cita, descanso y recreo. Casi tenía más feligreses que la propia Escuela, en épocas de exámenes.
Sobre esta Escuela de Minas falta lo más fácil. Lo difícil lo ha hecho Luis Jesús, un hombre que señala el camino futuro para continuar esta labor. Otro capítulo encomiable es el dedicado a las familias que han tenido varias generaciones de técnicos de minas. La recopilación exquisita, delicada y minuciosa de datos le permite relatar “Ce por Be” las características de cada miembro de esos clanes familiares de facultativos de Minas, tal como retrata a los componentes de las cuatro generaciones de mi propia familia, que fueron dedicadas a la minería. Por la rama que me toca yo soy el último, pero hay otras derivaciones en el árbol genealógico que siguen la profesión.
Pues bien; varios de esos clanes aparecen en la obra, que es necesaria y útil, no sólo porque va desde la fundación de la que fue segunda escuela de facultativos de España hasta el año 1936 y que recogerá hasta el día actual en un próximo tomo, sino por las circunstancias que han rodeado a profesores, alumnos, cambios habidos tanto en temas estudiados como los procedimientos de prácticas, y también por la relaciones que grandes empresas y grandes hombres han tenido con el centro educacional de técnicos. También hay numerosas sugerencias y aportes personales, que no todo ha de reducirse a transcribir lo que se obtiene de los archivos. La salsa personal hace más amena, menos árida su lectura.
Son datos que es conveniente recoger en una obra como la de Luis Jesús Llaneza, porque si no se hace así, esos datos están condenados a morirse en unos archivadores que, con el tiempo, se llevará, como tantos otros, el aire.
Resumiendo, para mi es una obra muy bien documentada que es necesaria y que es preciso conservar porque los datos que en ella aparecen, raramente volverán a verse o a poder ser comprobados, porque, como ya he dicho, hay archivos que van desapareciendo y dejando sitio para otras cosas que las gentes nuevas creen más interesantes, quizás porque ignoren la importancia de la crónica histórica de cualquier organización.


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