Cuando un minero asturiano se jubilaba existía la costumbre de regalarle sus compañeros, como recuerdo de la cena-homenaje, una lámpara de seguridad idéntica a la que usaban el vigilante o el capataz diariamente.
La que hoy podemos ver es una lámpara de seguridad de latón ADARO, fabricada en Gijón.
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