Habituados a contemplar las esbeltas y pintorescas siluetas de los castilletes de los pozos en cualquier valle minero, la simple pared, que se podía observar desde las calles de Mieres, pasaba desapercibida entre el resto de las construcciones anexas, dando la sensación por su altura, de ser una simple pared para proteger la entrada de otro túnel del ferrocarril minero que discurría por esa zona.
Los terrenos que tenía delante el túnel los compró un conocido empresario del mueble de Mieres, quien se hizo promotor del edificio que los ocupó y en el cual se reservó todos los bajos. Traté en numerosas ocasiones con él, debido a los problemas de humedad que salían del túnel y que tenían los bajos de su propiedad.
Se accedía al túnel por uno de los locales suyos, el que estaba enfrente de la calle principal. En este túnel, como hobby, el empresario se dedicaba a cultivar champiñones, de excelente calidad, que en numerosas ocasiones pude observar, y que según sus palabras, con un excelente rendimiento.
Sigue...
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