El comerciante no dudó en hacerme una sustanciosa rebaja en el precio que marcaba, y yo feliz por hacer regresar del exilio un piezón asturiano, y con ello haber cumplido uno de mis objetivos de este viaje.
Ahora viene el dilema, ya planteado en este blog en ocasiones anteriores. ¿Qué hacer con ella? ¿Dejarla con la transformación que realizó un lampistero anónimo asturiano? ¿Realizar la simple tarea de volver a colocar las varillas del mismo grosor y longitud adecuada, pidiendo a mi amigo Raúl que me fabrique una red a medida?
Este dilema es muy difícil de resolver para mí como ya he señalado en ocasiones anteriores. Veremos lo que decido hacer.
Te vuelvo a plantear la misma pregunta. ¿Tú que harías?...
No acabarían aquí las sorpresas del primer día.
Sigue…
2 comentarios:
Hola Alberto, referente al tema de la lampara y sus modificaciones, si fuera mia la dejaria tal y como esta, ya que si el Lampistero se tomo las molestias de transformala y adaptarla a las necesidades del momento su logica tendria para hacerlo, y ademas
de esa forma la ace unica entre sus hermanas, pero si tienes intencion de transformala a tu eleccion aber como queda esta tambien muy bien, pero yo la dejaria tal y como esta, saludos y recuerdos desde el Valle de Turon.
¡Hola José Luís!
Se nota en tus comentarios que has sido minero y que conoces muy bien la responsabilidad y necesidades puntuales que tenían los lampisteros, difícilmente entendible, en muchos casos, desde fuera de Asturias.
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