Además de poder contemplar la entrada de la mina, un plano inclinado que llega a las proximidades de la bocamina, algunas maquinarias de las últimas empleadas en el valle y dos grandes poleas que en su día eran parte de un castillete, en la actualidad incrustadas en hormigón y que al menos se conservarán, aunque sus colores canten demasiado entre la preciosa alfombra verde natural de sus alrededores, que forma la vegetación en el paisaje de esta entrañable, preciosa y pintoresca parte de Asturias.
Al regreso estuvimos hablando con un viejo minero, que estaba trabajando su huerto y retirando las numerosas manzanas que había por el suelo. Le pregunté por sus lámparas. Me dijo que conservaba dos candiles de sapo y una lámpara de mina, que le habían sido entregadas como ganador de un concurso de bolos y que llevaban placas conmemorativas. Nos dijo que las tenía en Gijón, en su casa de verano, pero que no tendría ningún inconveniente, como siempre suele ocurrir en casos similares, en traerlas hasta Mieres para poder hacerles fotos y comentar algo sobre ellas en el blog. Nos dejó su número de teléfono para tal fin. Como casi siempre, una vez más un viejo minero era la amabilidad personificada.
Fue una tarde agradable con José Luis, a la que tuve que añadir, además de contemplar una vez más sus preciosas lámparas de mina y sus progresos, que desde mi punto de vista son muy importantes, una buena bolsa de manzanas de su pumarada que estaban riquísimas.
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