Si cuando me invitan y puedo ir a admirar una colección de lámparas o un grupo más o menos numeroso, soy bastante inflexible en la opinión que emito cuando observo al lado de bellos e interesantes ejemplares de cualquier tipo de lámpara de mina, otros que son réplicas.
Lo primero que les recomiendo a sus dueños es que las retiren de al lado de sus interesantísimos ejemplares auténticos. Que las pongan primero a la parte de atrás donde se vean poco, luego les recomiendo que lean y se enteren de lo que son las lámparas de mina, que luego ya las sacarán de casa ellos mismos, si realmente las llegan a valorar y sentir esa extraña fascinación por ellas que sentimos algunos.
No pretendo iniciar una cruzada sobre como protegernos de las réplicas, sobre todo teniendo en cuenta los tiempos actuales donde desgraciadamente, en muchos casos, la ignorancia es un mérito y la sabiduría un lastre.
Recuerdo que una joven y bella presentadora, hace no muchas fechas, me invitó a su programa de TV y después de la entrevista me comentó que nunca había visto un candil de sapo y que le había resultado muy interesante el libro cuando lo tuvo en sus manos para preparar la entrevista. Me pareció lógico y creo que mis libros pueden ayudar a que no se pierdan estas cosas.
Me viene a la memoria el comentario de Pepín, el de Galería Minera de Gijón cuando me comentaba:
Alberto, los güajes (niños) ahora no saben lo que es un bombachu (pantalón de color mahón -azul oscuro- que ha sido usado tradicionalmente por los mineros asturianos). Hay que facer un llibru pa que no se pierdan eses coses…
Con tristeza observo en demasiadas ocasiones, que quienes escriben sobre lámparas de mina utilizan fotografías de réplicas de lámparas o de candiles para usarlos como ilustraciones de las portadas de los libros o de sus contenidos.
Sigue…
No hay comentarios:
Publicar un comentario