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jueves, 4 de febrero de 2010

EN LA UNIÓN (MURCIA). VIAJE REALIZADO POR ROGELIO MOUZO PAGÁN AL INTERIOR DE LA MINA "SAN RAFAEL" EL DÍA12 DE DICIEMBRE DE 1988. (5)


IMPRESIONES GENERALES Y OTRAS REFERENCIAS DE AQUELLA VISITA

La impresión más favorable que se percibe en esta mina es que tanto la totalidad de sus galerías como los tajos en explotación se hallan plenamente iluminados por electricidad. De esa forma los trabajadores no necesitan utilizar ningún otro medio de iluminación. Los mineros antiguos sufrieron las penumbras de la luz del candil de aceite o de la más moderna lámpara de acetileno (el carburador), o más recientemente se utilizan lámparas eléctricas a pilas soportadas en el casco o gorro minero.

No obstante, existen en el interior de la mina distribuidos en diferentes lugares algunos carburadores en previsión de algún corte de electricidad. De hecho, en la foto que me hice con el encargado del interior, Sr. Gonzalo, aparece el carburo que este portaba.

Otro aspecto importante es la ausencia casi total de polvo, el cual ha sido neutralizado desde que se perfora con aire e inyección de agua. Sólo existe aquella neblina que expliqué, la cual se forma por una especie de humo formado por vapor de agua y aceite quemado por la marcha del martillo perforador.

Las galerías se ven surcadas por diferentes tuberías asidas a sus paredes. Son tuberías de agua y de aire, así como un gran tubo de unos 350 mm. de diámetro utilizado para ventilación que es accionado por un potente ventilador o extractor de aire. De esta forma se evita que haya excesivo calor en el interior. Esta galería general se ve totalmente libre de obstáculos para que por ellas marche sin problemas el Dumper. Solamente presenta parte de su techo, en alguno de sus tramos, apuntalado con hierros y grandes tableros para contener y soportar las rocas susceptibles de caída.

La mina tiene una temperatura relativamente fresca. Todos los trabajadores están vestidos y con tendencia a abrigarse, a excepción de los dos perforistas que trabajan sin camisa dada la dureza de su oficio. Yo mismo, que llevo camisa y jersey, no siento la necesidad de quitármela, y mucho menos en la zona del enganche del pozo, en el que la corriente de aire hace sentir frío.

En la mina "San Rafael" solo trabajaban siete personas, un "cabo gancho" que mete las vagonetas dentro de la jaula ascensor del pozo; dos perforistas; un hombre que maneja la pala neumática cargadora para el mineral; otro obrero que maneja el vehículo Dumper; el encargado, Sr. Gonzalo, que vigila la marcha de la explotación atendiendo los diversos problemas que puedan surgir, siendo además el Sr. Gonzalo el hombre que debe permanecer atento a la seguridad de la mina, vigilar los trabajos que se hacen, y cómo van las pintas de mineral para asesorar sobre la marcha diaria de ésta.

En la conversación entre él y el hermano del Gerente escuché sobre la existencia de mejores filones, localizados mediante pruebas obtenidas en sondeos realizados en la mina, que auguraban mantener la actividad minera. También dijeron que, recientemente, habían estado sacando buenos y abundantes géneros, los cuales estaban dispuestos a volver a encontrar. Durante la visita el encargado estuvo indicando a su jefe lo último que se había arrancado, y ambos comentaban estar satisfechos de los que veían, confiando en la suerte de dar con buenos filones de mineral. Otro de los obreros es el maquinista del pozo, así como el amainador que recibe las vagonetas y las aboca en la torva o porteta para ser trasladadas al lavadero (ambos en el exterior de la mina).

Otro dato que observé y narro es que por algunos lugares del techo caía agua goteando permanentemente, existiendo tajos fuera de explotación totalmente anegados y en alguno de ellos tenían instalada una bomba sumergible para achicarla. El problema del agua, de un tiempo a esta parte, les está creando muchos problemas y están muy preocupados, pues el caudal aumenta día por día.

Estos comentarios me hacen caer en la cuenta de la mucha agua que había visto caer al interior del pozo cuando bajé de la jaula-ascensor en el interior de la mina, y la cual discurría por la galería general tapiada con cartones, procedente de dirección este. Según pude averiguar, en el interior del pozo había instalada una bomba buzo de 30 HP trabajando las 24 horas del día y sacando el agua al exterior de la mina, tirándola a la rambla. Era un desagüe forzoso, con el agravante de que la bomba se va manifestando incapaz de controlar la crecida de aquella agua. Gonzalo, el encargado, ha vuelto a realizar una nueva medida del nivel en que la misma se encuentra en el pozo, y ésta se halla solamente a 16 metros por debajo de donde se trabaja, con tendencia a subir. Parece que estaba previsto sustituir

aquella bomba por otra mayor, de forma urgente.

En relación al interior de la mina se puede decir que hay muy poco ruido. Solamente el lejano marchar de los martillos, cuyo fuerte sonido es amortiguado por las galerías, haciéndolo casi imperceptible, al menos para un profano como yo. Este ruido es ensordecedor solamente en su proximidad en el tajo.

El trabajo de los obreros en el interior de la mina presenta un ritmo vivo, fluido y constante, debido al trabajo mecánico de la pala cargadora. Unas vagonetas vacías suceden a

las llenas. No es un trabajo a destajo, pero se aprecia que en la jornada van sacando una producción prefijada.

De todo he ido sacando fotografías, de las que salieron algunas. Dado que no pude visitar las antiguas galerías de la mina que permanecen fuera de servicio y tapiadas con cartones y palos, así como lo peligroso que su visita podría representar por el mucho tiempo que están abandonadas, la visita al interior de la mina empieza a darse por finalizada.

Hemos estados dos horas y treinta minutos debajo de tierra. El cabo gancho da la señal al maquinista del exterior anunciándole que vamos a salir. Esta señal la realiza mediante el pulsador de un timbre que ha venido a sustituir al sistema antiguo, consistente en un cable que desde abajo accionaba un gran martillo colocado en la boca del pozo en la calle.

Nos introducimos en la jaula ascensor, que lentamente se pone en marcha aumentando la velocidad progresivamente. En poquísimo tiempo nos encontramos en la calle, percibiendo la alegría de volver a ver la luz del día, las verdes hierbas y la silueta de las montañas...

Misión cumplida.

La Unión, marzo de 2002

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