Para continuar escribiendo en el blog he de seguir en esta ocasión acudiendo a mis archivos, especialmente el que me proporcionó mi amigo José Luis con más de 4.000 fotografías mineras, donde encuentro la inspiración necesaria para redactar comentarios cuando la necesidad o el momento puntual lo requieren.
Lo primero que apareció hoy fueron dos imágenes que enseguida me resultaron muy familiares, ya que ambas estaban tomadas en el interior del interesante Museo Minero de
Hace ya varios años que lo visité acompañado de mi amigo Rogelio, colaborador de este blog en alguna ocasión y que ha publicado algunos trabajos sobre la minería de la zona.
Recuerdo que los candiles de sapo eran del tipo II y III y que las asas eran muy diferentes a las que tienen los candiles de sapo asturianos. También llamaba la atención el alambre arrollado en espiral al asa en alguno de estos candiles para colocar el atizador.
En esta vitrina aparecen también lucernas romanas.
Posteriormente Rogelio me explicó que era tradición por aquellos años, que algunos mineros jubilados cediesen al museo de manera altruista su lámpara de acetileno (carburo) y el museo les colocaba una placa a cada uno de ellos donde figuraba el nombre del minero que lo había donado.
Creo que era, no se si lo sigue siendo ahora aunque supongo que sí, una medida acertada el destino final a que se destinaron estos carburos. Al menos no acabaron en la chatarra como miles y miles de lámparas de mina asturianas.
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