Cuando se reiteran las peticiones de libros que he escrito, siempre es motivo de satisfacción personal, ya que me permite comprobar de primera mano que mis trabajos siguen teniendo interés.
El problema se plantea cuando te piden libros, que algunos de los lectores del blog y de mis libros conocen que existen, ya que figuran sus nombres escritos en la solapa de alguno de mis libros y aún continúan sin publicar.
Es el caso de Sargadelos y
No es que me pareciese mal que saliese en la lengua de Rosalía de Castro, más aún, siendo también la lengua de mis abuelos paternos y de mi propio padre. Yo pedí que se hiciese también otra tirada similar, en la lengua de Cervantes y no fue posible.
Muy a mi pesar, continúa sin publicar, esperando turno, ya que en estos momentos con Luces en las minas de Asturias: Lámparas de Seguridad en la imprenta, el libro de Gumersindo Junquera en fase de última construcción, releyendo este verano una novela que ya tenía olvidada sobre la vida de un revolucionario minero; recopilando datos sobre iluminación minera de otros lugares…, no me da tiempo para más, ni para aburrirme.
¡Paciencia y barajar!, decía Cervantes.
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