En la revista minera HULLA nº 45 de setiembre-octubre de 1974 podemos leer como pie de foto de la primera imagen: El buey arrastra con su cuerpo las vagonetas y en la segunda: Collarón y balancín, equipo necesario para el transporte.
Como comentario a las fotos continúa el siguiente texto:
¡Hala, güajín, seis rastros un vagón, y en llenando cinco te vas para casa! Al mismo tiempo, el mular sirve de complemento en el transporte. Aquellas mulas y machos criados en las planicies castellanas bajo el azulado cielo de la Meseta, transformaban su vida por las pendientes y correderas de los grupos mineros, mientras el caballista endulzaba su esfuerzo con las alegres notas de una canción, tratando de mitigar el sentido de: ¡Tira Cereza! o ¡Vamos, Cuca!
En los años cincuenta, el mular alcanza cotizaciones elevadas y los bueyes, adornando su robusto cuello con balancín y cadenillas, se convierten en improvisados mineros.
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