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viernes, 25 de marzo de 2011

UN SAPO PESADO (2)


Buscaba argumentos de mayor peso. Le pedí un dedo y se lo pasé por la costura que llevaban concretamente los adornos. Añadí: En la época en que se fabricaban los candiles de sapo, mano de obra casi gratis y por tanto perfeccionistas al máximo, ni un aprendiz las dejaría en tales condiciones. Al fin lo entendió.

Para finalizar le argumenté: ¿Compras sapos falsos y dejas bonitos ejemplares de lámparas que hoy, accidentalmente, hay en el mismo puesto?

Allá marchó su esposa, excelente agente comercial; se presentó al cabo de un rato con dos lámparas de seguridad excelentes y una lámpara eléctrica, que estarán bien en cualquier colección que se precie y según me comentó el precio a que se las cedieron… ¿Ya las quisiera yo para mi?

La felicité por ello… Pero las lámparas, una vez más emigraron de Asturias.

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