Y quedó sin vender... este precioso ejemplar de candil de sapo, rave para los franceses, que tenía a la venta uno de los cinco vendedores de lámparas de mina que encontré en Cagnac, Francia, en la feria celebrada el sábado y el domingo.
Había pocos expositores, escaso público a lo largo de las dos jornadas de la muestra y por tanto poca actividad, mucho folkclore local de esta región occitana francesa, y trato extremadamente delicado hacia quien escribe. Nada más aparcar el coche en el hotel, ya fue a buscarnos al hotel uno de los organizadores, tuve encuentro con amigos entrañables...
Pero de todo ello me seguiré ocupando mañana, ahora me tocan cerca de 900 kílómetros de coche y una pequeña parada en Lourdes, por donde transcurre la ruta antes de regresar a Mieres.
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