La verdad es que tenía ganas de visitar esta parte de Aragón. No exactamente la capital, como hice el pasado viernes, sino la zona minera.
El viernes había una Feria de Antigüedades y pensé que sería un buen momento para acercarme a conocer la ciudad de los amantes y de la torres mudéjares. Pensaba que, a la vez, podría ver las lámparas de la zona que pudieran llevar a la venta los anticuarios.
La parte antigua de la ciudad con sus edificios modernistas y las mencionadas torres, preciosas; el jamón, exquisito; los melocotones de Calanda, deliciosos, y los amantes esperando turistas.
Las lámparas, en cambio, no había. Las que aparecen en la primera imagen las llevó un comerciante de León y enseguida se puede apreciar el ocho, típico de las lámparas asturianas. Tenía un carburo completo, en la lámpara pesaba mucho el precio, y había otro carburo incompleto, que no mereció mi especial atención.
De regreso al día siguiente, me invitaron en el pueblo castellonenese de Altura a una paella, a cuya imagen, sólo me resta añadir, que estaba muy sabrosa. La zona minera habrá que dejarla para otra ocasión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario