Foto gentileza de José Luis Gómez.
Dentro del campamento disponía de otras oficinas distribuidas en diferentes edificios, que llamaban de información. Los que estábamos prisioneros le dimos el nombre de El Ocho. Como responsables de la oficina de atestados se encontraban un cabo, un guardia, un falangista y un requeté.
Su misión como encargados consistía en investigar las responsabilidades de cada prisionero y levantar los atestados, posteriormente pasaban a los juzgados y de allí ibas destinado a la cárcel. A estas oficinas llegaban también los atestados que remitían los guardias de los pueblos.
Al enterarnos cómo funcionaba, lo comunicamos a la familia a ver si lograban de los guardias de asalto a los que nos habíamos presentado, que pasaran por allí. La familia se entrevistó con ellos. Efectivamente pidieron venir voluntarios a esta oficina y se desplazaron a Avilés a declarar. A pesar de las manifestaciones y datos aportados por los guardias, en las oficinas no tomaron en cuenta para nada la información que dieron. Se adelantaron los guardias de Mieres que remitieron un atestado con lo peor que se puede uno imaginar...
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