Las lámparas que consideré debían de tener una luz especial, la natural de la calle, las sacamos de su ubicación. Lo hice con las de seguridad, cuatro de ellas fabricadas en Gijón por la firma ADARO.
Comprobé que una de ellas, la última de la segunda foto de hoy, tenía una ranura entre la cepa y la jaula. Me llamó la atención. Pensé que la disposición del encendedor, aro tamizador y cazoleta estarían colocadas en mal orden y de ahí, que no cerrara bien la lámpara, o que la cepa tenía otro paso de rosca diferente al de la jaula.
Procedí a su apertura y para mi asombro, me encontré con el tamiz que podéis apreciar en la primera foto y al que hago referencia en mi obra Luces en la minas de Asturias: Lámparas de seguridad en la página 107. Esta pieza, es la primera que me encuentro en Asturias conservada en el interior de una lámpara de seguridad. La que publico en el libro mencionado es de una lámpara que nunca fue extrenada y que pertenece a la colección de mi amigo Jordi, de Barcelona.
Puestas por orden todas las piezas, la lámpara cerró sin ninguna dificultad. El momento resultó emocionante, pero había más cosas.
Sigue...
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