Foto gentileza de José Luis Gómez
Los demás fuimos engañados y traicionados.
Muy desmoralizados pudimos llegar a Villablino en un ferrocarril de vía estrecha. El alcalde organizó lo que pudo para buscarnos comida y alojamiento que permitió levantar algo nuestro ánimo. Así estuvimos ocho días, engañados no es la palabra pero sí el resultado, esperando recibir las armas que nos tenían prometidas y que nunca llegaron. Pasaron esos días y ya, cansados y aburridos de lo que aquellos momentos resultaba para nosotros una situación desesperante, cogimos unos autocares de vuelta a Asturias.
Parecía que funcionaban mejor las cosas en Mieres. Nada más descender de los autocares, proceden a organizarnos en batallones y a todos los de Cenera nos enrolan en uno, que acabaría llamándose Arturo Vázquez.
En Oviedo tenemos todo el perímetro de la ciudad controlado y a nuestro batallón lo llevan a una posición cerca del Cristo de las Cadenas aquel...
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