Desde siempre han sido las más estudiadas en todos los países. Parece lógico, la necesidad de su invento y los posteriores problemas, surgidos en la mayoría de los casos por la apertura indebida en atmósferas inflamables que produjeron accidentes gravísimos en todas las minas de carbón, obligaron a rigurosos estudios por parte de los mejores técnicos de la época. Muchas de estas lámparas aún conservan el nombre de estos sabios.
En otras ocasiones me he referido a las Biblias que ilustres estudiosos de la iluminación minera han publicado. En el margen derecho del blog se pueden localizar en el sexto enlace, dentro se su bibliografía.
Hoy tienen aceptación en Europa las obras especializadas; es decir, estudios en profundidad de los modelos de determinados fabricantes. Estoy recordando las publicaciones dedicadas a las lámparas Wolf, Jorís, Cosset Doubrulle..., por mencionar alguna. A ellas acudes cuando tienes que catalogar alguna lámpara que te resulta poco familiar. Hemos de señalar que la mayoría de las lámparas de seguridad que se fabricarían con posterioridad llevan patente de estas firmas y están muy ampliamente recogidas en publicaciones europeas y americanas.
Un ejemplo de lo que afirmo es este documento de 1902.
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