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lunes, 28 de abril de 2008

LAS ASENTADILLAS DE LAS MINAS DE ARNAO


Fragmento de un mural en las instalaciones de Arnao.

Yo no he sido minero. Cuando leí por primera vez este término asentadillas, tomé nota del mismo y seguí en mi afán de búsqueda de todo lo que tuviese que ver con la iluminación.

Pregunté a amigos mineros en diferentes categorías y ninguno había oído hablar de tal término; ni dentro, ni fuera de la mina.

En el Diccionario de César Rubín tampoco había nada sobre asentadillas.

Volvió a quedar anotado en la página de los asuntos pendientes.

Cuando volví a retomar la lectura de las cartas para el libro Las Reales Fábricas de Sargadelos y la Real Compañía Asturiana de Minas. A través de la correspondencia, surgió de nuevo la necesidad de saber que era concretamente este término.

Las asentadillas de hierro fundidas en los hornos de Sargadelos empezaron a preocuparme. No encontraba respuesta, solamente que llevaban agujeros en los extremos. Teniendo en cuenta quienes intervenían en su compra-venta, ni más ni menos, que Ana Ibáñez, Armando Nagel y Guillermo Schulz que hacía de intermediario, era motivo más que suficiente para volcarme en averiguar algo sobre ellas.

En Sargadelos tampoco me pudieron decir nada.

Como me ocurre alguna vez, cuando no lo buscaba, aparece en una esquinita de un documento una explicación mediante un pequeño boceto a uno de los dueños de la Real Compañía Asturiana de Minas. Era la respuesta que buscaba. Con el esquema y diseño de estas piezas, fue fácil averiguar que la misión de las asentadillas era fijar los caminos de hierro a las traviesas de madera en el interior de las minas.

Por último, aprovecho para hacer notar que estamos ante una de las mayores innovaciones tecnológicas de la época. El empleo del ferrocarril en las labores mineras en 1837 en la mina Arnao es un avance muy considerable en el devenir industrial y minero de España.

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