Ayer hacía un día de perros en Mieres. Para quienes lean este blog desde lejos, un día necesario para que las montañas que nos rodean se vistan de ese bello y pintoresco manto blanco con que este invierno nos está obsequiando cada poco tiempo. En una palabra, un día poco atractivo para salir de casa y muy bueno para dormir la siesta.Por otro lado, desde la semana pasada, mi ordenador portatil no arranca por los microbios, los virus o yoquesé... Bueno, pues que se encarguen los ingenieros informáticos en repararlo. En casa tengo tres, pero están en Madrid y por más que se empeñan en hablarme de C, A, Prompt...y palabras raras, discos que llegan por correo e instrucciones por teléfono, se niega a arrancar... Seguro que hasta que no llegue uno de ellos a soplarlo, no arranca, como siempre ha ocurrido en estos casos.
Además, el ordenador grande, se niega a guardar todo lo que escribo... ¡Paciencia y barajar! decía Cervantes, que ya sabía hace mucho tiempo, sobre el remedio para estos casos.
Sin ordenadores y archivos disponibles para continuar haciendo este blog, a pesar de la climatología del día; cámara en mano, pensé que era buen momento para plasmar todo lo que sobre iluminación minera puedes apreciar dando un paseo por las calles de mi villa y que está a la vista del público desde la calle.
Tenía que devolver tres fotografías originales de grupos de mineros con lámparas de mina que aparecen publicadas en el libro de León Costales y Alberto Montero, a que me he referido en este blog (Ver LIBRO, margen derecho) y que utilizaré para ilustrar Luces en las minas de Asturias: Lámparas de seguridad. Ese primer destino marcó mi rumbo.
La primera parada fue un almacén de vinos, donde hay una lámpara, con un diente de ajo colocado encima de la red, llamando a la buena suerte, que momentaneamente tomé en mi mano... mientras hice varias fotografías. Estaba decorando un rincón de la manera que se puede apreciar en la foto.
Sigue...
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