Desde mi punto de vista, tiene mucho más mérito en una colección de lámparas de mina que se precie, y por tanto mucho más valor, cualquier lámpara autentica asturiana con respecto a estas nuevas reproducciones artesanales.
No digamos nada, si me refiero a las que vienen en la actualidad de países asiáticos, donde para dar sensación de peso y añadir robustez, les introducen un trozo de plomo en la cepa…
Una lámpara de las fabricadas por Adaro, en Gijón, incluso llena de golpes, abolladuras…, que es muy agradecida una vez limpia y abrillantada la parte de la jaula, que siempre es de bronce o latón y si la comparamos con una de las señaladas anteriormente, no merece comentario por mi parte; pero no me resisto a escribir, que no hay comparación.
Los que tengan alguna sensación o fascinación por las lámparas de mina, deben reflexionar antes de comprar, para saber lo que adquieren y no equivocarse. Lo bueno le gusta a todo el mundo. Lo malo es muy difícil desprenderse de ello, llegado el momento.
Todos nos equivocamos alguna vez; yo el primero, pero para no equivocarse en este tema, no dejarse confundir por las apariencias. No es mi misión dar consejos a nadie y menos en este blog, simplemente pretendo poner de manifiesto unos hechos puntuales que se presentan muy a menudo, según van desapareciendo del mercado las lámparas de seguridad auténticas asturianas.
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