Coincidiendo con mi último safari minero por Murcia, es obligado ir a pasar un buen rato en compañía de mi amigo Rogelio en
Le pedí, ya que escribe, muy bien por cierto, artículos y libros sobre la importantísima minería de la zona, algo donde hablase de las lámparas de mina. Me comentó, que en Internet tenía colgado uno de sus escritos. Me preguntó que si lo conocía y le dije que no. Me autorizó a publicarlo en el blog y cuando lo leí noté que además de llevar un sentimiento especial y personal añadido que trasmite fácilmente su lectura, comenta los métodos de iluminación empleados en la mina, que lo hace ideal para publicar en este blog, por lo que espero que disfrutes con su lectura durante los próximos cinco días.
¡Gracias Rogelio!
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Mi nombre es Rogelio Mouzo Pagan y soy hijo de padre gallego y madre murciana (de La Unión), a los que avatares de
Contaba yo 18 meses de edad (era 1942) cuando mi familia volvió a
Ello posibilitó que, desde muy niño, visitara las diversas minas donde mi progenitor trabajaba, pues en aquellos tiempo de extremada hambre sólo se podía hacer un único y modesto guiso al medio día para toda la familia, y había que llevar su ración al centro minero, distante algún kilómetro de la ciudad de
Aquello daba ocasión de un acercamiento de los niños a la actividad minera, generando en mi espíritu infantil una gran sugestión admirativa, al contemplar cómo los mineros penetraban en lo profundo de la tierra. Unas veces en largas y oscuras galerías empujando las vagonetas, otras veces les he visto entrar y salir en los pozos de pie sobre el cubo, en un arriesgado ejercicio de lucha contra la gravedad, sin apenas darle importancia, llamando aquello mi curiosidad y provocando el deseo de seguirlos en su descenso a las entrañas de la tierra; pero unas veces por una causa y otras por otra, estaba a punto de cumplir los cincuenta años de edad sin haberlo podido realizar, pues mi actividad profesional, tras algún tiempo en la industria, acabe como personal de mantenimiento de hoteles en la industria turística, que en
Sin embargo, el deseo de visitar el interior de una mina se hacía cada día más imperioso y necesario, pues también las posibilidades de llevarlo a la práctica cada día que pasaban eran menores, máxime cuando me había impuesto la obligación de llevar a cabo esa experiencia para poder hablar de ella por mi mismo, como en estos momentos trato de hacer.
Para mí era importantísimo poder descender a la mina y ver sus tajos, galerías y sus hombres trabajando dentro de ella, como un complemento más de una actividad, que sin proponérmelo y casi de forma casual he venido haciendo con gran pasión, mediante la búsqueda de documentos y libros mineros, así como diversas herramientas de la profesión, que han propiciado, que actualmente, tenga un archivo histórico minero con varios cientos de legajos de documentación, bastantes libros y otros útiles de miseria (un mini museo personal) cercano a mi propio domicilio en
Pero las posibilidades de hacer aquel viaje a las entrañas de la tierra no eran fáciles, pues de las más de tres mil minas y miles más de demarcaciones que llegaron a existir en la sierra de Cartagena, en aquel año de 1988, solamente quedaba en toda esta comarca minera una única mina trabajando por el sistema tradicional de penetrar en el fondo de la misma para arrancar el mineral.
Aquella demarcación minera (hoy abandonada e inundados sus tajos y galerías) se llamaba mina "San Rafael", y en ese tiempo era explotada por la sociedad Industrias y Minerales San Juan, S.L., cuyo director gerente desde 1983 era un joven empresario llamado Don Galo Conesa Vargas, que sucedió en el negocio a su padre Don Juan Conesa Pérez.
En diversas ocasiones visité las oficinas de la compañía minera, y expuse al Sr. Galo Conesa mi deseo y las razones que tenía para bajar a la mina. Nunca había tenido ocasión de hablar con este empresario, pero él debía de conocer algunas referencias sobre mi interés por los temas mineros, además de que mi padrastro Ramón Plazas Guevara había trabajado para esa compañía en otra mina distinta, ya cerrada hacia años, llamada "Mina Ocasión".
Por fin, en una de aquellas visitas, me comunicó aquel hombre el día y la hora para poder hacer la visita minera, que tuvo lugar el 12 de diciembre de 1988, habiéndome personado a media mañana en la oficina, y el Sr. Conesa dio instrucciones a un hermano suyo, también socio del negocio minero, para que me acompañara en aquel recorrido.
Como las oficinas estaban en
Este camino no era desconocido para mi, pues en las inmediaciones de esa mina había estado muchas veces. Unas para visitarla por fuera, otras veces porque el camino de la mina también conduce a lo alto de la montaña por la que transcurre una tubería de unos
Sigue…
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