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viernes, 18 de junio de 2010

LA CONTRAPORTADA DE “LUCES EN LAS MINAS DE ASTURIAS: LÁMPARAS DE SEGURIDAD”




Hoy tengo el gusto de presentar el escrito que para la contraportada ha redactado mi amigo Luis Jesús Llaneza y que se publicará en su integridad en la contraportada del libro.

Dice así:

HÁGASE LA LUZ…… EN LAS MINAS

Dijo Dios: “Haya luz; y hubo luz”. Y vió Dios ser buena la luz, y la separó de las tinieblas; y a la luz llamó día, y a las tinieblas noche. Dijo luego Dios: “Haya en el firmamento de los cielos lumbreras para separar el día de la noche… y luzcan en el firmamento de los cielos para alumbrar la tierra”. Y así fue. (Génesis).

Desde el inicio del mundo los humanos han sido conscientes de la necesidad de luchar contra la oscuridad, de desgarrar las tinieblas, de vencer a la noche, tanto en el orden material como intelectual. Los sucesivos jalones (llama, fuego, candela, vela, bombilla…) que el hombre implanta en esta contienda son hitos memorables en el desarrollo de nuestra sociedad.

El lugar donde la noche alcanza su máxima potencialidad es en las entrañas de la tierra, en las minas. En ellas la oscuridad, la negrura, es neta, atemporal, siempre en presente y sin final. El minero adquiere conciencia de esta realidad al acceder a la superficie, al final de su trabajo, y captar la existencia de la luz, de un nuevo día que se abre a su mirada.

El minero, al ejecutar su tarea en medio tan inhóspito, necesita socavar, romper las tinieblas que le acompañan y, en este sentido, únicamente cuenta con la ayuda de su lámpara, emisora de pequeños rayos luminosos capaces de rasgar la oscuridad impenetrable del entorno en el ámbito donde se desarrolla su trabajo. A lo anterior deberá añadirse, en la minería de carbón, la posible presencia de grisú, incompatible con la llama, causa de numerosas tragedias mineras a través del tiempo.

Es natural que los mineros, fervientes y agradecidos usuarios de la lámpara de mina, fraternal e inseparable compañera de su labor y hasta de su propia vida, manifiesten su cariño y admiración por este adminículo, tan necesario como apreciado, pues gracias a las lámparas mineras se hacen ciertos los versos de Rafael Alberti - “Accedo con la luz, soy un activo/ cómplice de la luz sobre la sombra”-, obligadamente necesarios para el desarrollo de su trabajo.

Luis Jesús Llaneza González (2010).


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