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domingo, 29 de agosto de 2010

UNA SUERTE


Si bien el último día he hecho un comentario de que al comienzo había pocos, pero muy buenos, ingenieros de minas en Asturias. He de añadir, que los primeros fueron Armando Nagel y Adolfo Desoignie, ingenieros belgas. Ambos llegaron a dirigir y explotar con criterios técnicos las minas de Arnao.


No es de extrañar, ya que la Real Compañía Asturiana tenía tres socios fundadores y uno, Nicolas Max Lesoinne era de ese país.


Posteriormente vendrían técnicos de otros países, que diseñaron y realizaron las difíciles obras de infraestructura necesarias e imprescindibles para que la Asturias industrial se pusiese en marcha.


Aquí ya teníamos al Gran Guillermo Schulz, que con el Conde de Mieres impulsaron la creación de la Escuela de Minas de Mieres, que dependía, al igual que la de Almadén de la Escuela de Minas de Madrid, cuyo director también lo era de estas dos últimas; teniendo, quien estaba a cargo de las mismas, el título de Subdirector.


Es por tanto una suerte que a mediados del siglo XIX se pusiera en marcha esta escuela de facultativos de minas en Mieres, pasando por dicha escuela de profesores los mejores ingenieros que tuvieron importancia en el resurgir minero de ese siglo en España.


Pronto las primeras promociones salidas de esta escuela se pusieron al frente en el desarrollo de la actividad industrial asturiana en todos los campos.


De alguno de ellos, por su importancia en los avances en la iluminación minera, me ocupo en Luces en las minas de Asturias: Lámparas de seguridad.

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