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jueves, 23 de septiembre de 2010

UNA LUCERNA QUE NO ES AUTÉNTICA (3)


El mismo criterio del papelín aplican a los restos arqueológicos recuperados de los mares, incluidos los recuperados de naves romanas. Allí sí los hacen pronto dinero. Se quedan con lo mejor para sus museos y el resto sale al mercado.

Ignoro el método que emplean para que aparezca en el mercado de antigüedades americano las preciosas lucernas que ofertan algunos comerciantes, pero al ponerlas a la venta, de esta forma se conserva casi todo.

Aquí en España está prohibida su venta legal de todo lo que aparezca, por lo que se almacena todo y al final se pierde casi todo con el paso del tiempo o queda olvidado y al alcance de muy pocos. Recuerdo los pedazos en que quedó fragmentado un ánfora en un museo. Vi los fragmentos recogidos en una caja de cartón, que no se iba a restaurar por ser una pieza menor… ¿Acabaría en la basura?

También he visto en algunas subastas españolas que ofertan lucernas, pero señalando bien claramente la procedencia de otros países, y de ellas emiten factura.

Por último, deberíamos exigir que en piezas que se fabricasen imitando las antiguas apareciese la palabra réplica en alguna parte. Algunas veces sí aparecen con este dato. En el caso de la imagen de la lucerna de los dos días anteriores, por tratarse de un souvenir, aparece la palabra MÉRIDA, lugar donde se fabricaron miles y miles de lucernas con diversos fines, entre ellos iluminar las minas.

Resumiendo: factura sí, papelín no, y réplicas tampoco.

Hoy reproduzco una imagen de una lucerna de una colección italiana publicada en un libro de 1741, libro que llegó a mis manos a finales del pasado año.


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