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viernes, 3 de febrero de 2012

"El Comandante Minero" en Cataluña



A partir de hoy, y todos los viernes que sea posible, iré publicando fragmentos de la novela para que su contenido sirva de promoción y lo hagas llegar a la persona/as que creas le pueda interesar su argumento. Gracias por tu ayuda.



Damián, tras el desarrollo que estaba tomando la guerra en Asturias envía a su familia al exilio. Su destino previsto sería Rusia, pero...




Julia continuaba en Francia, pero cuando supieron que iban a volver a España, a la zona republicana de Cataluña, Celestina decidió regresar a Asturias. Su novio, cirujano de prestigio, prestaba servicios como médico en el Hospital Provincial de Oviedo y le comunicó que había concluido la guerra en todo el Norte; por tanto, pasado el peligro, la esperaba. No sabía el camino de vuelta que debía emprender. Antes de partir le entregó una nota con el nombre de su novio y le pidió que en cuanto regresase se pusiese en contacto con ella, pues le resultaría fácil a través del hospital.
Partieron de Francia y los llevaron a Vic, cerca de Barcelona. Los instalaron en un convento en el centro de la ciudad, habilitado para recoger a los refugiados. Lo llamaban el de Las Beatas. En una habitación con dos camas, una grande y otra más pequeña, estaban alojados Julia, Dimas y Aurora. Contaba con una pequeña terraza que daba al patio interior.
Disponían de un servicio común en el rellano de la escalera y debían acudir con un cubo de agua cuando hacían uso del mismo. Estaban asentados unos cien refugiados distribuidos por todo el edificio, de considerables dimensiones. Los niños iban a una escuela, en una colonia donde había estado el famoso Jaime Balmes de director antes de la guerra.
Cuando empezaron los bombardeos sobre Vic, los niños algo crecidos como Dimas, quedaron internos en la colonia, que estaba fuera de la ciudad, tratando de evitar que los bombardeos les alcanzasen. Las madres y los niños pequeños, entre ellos Aurora, continuaron en Las Beatas. Vic era objetivo prioritario de la aviación nacional.
Un día desde la colonia, vieron caer las bombas sobre el convento. Por ese motivo todos los niños pasaron mucho miedo de que les hubiese sucedido algo a los que estaban en su interior. Cuando se reencontraron, comprobaron que todos los refugiados estaban a salvo, porque todos lo abandonaron al sentir el ruido que hizo la primera bomba. Afortunadamente no impactó en lugar habitado.
A los niños pequeños, colgado del cuello, les ponían un pequeño trozo de palo amarrado con una cuerda por los dos extremos, que llevaban permanentemente desde el comienzo de los bombardeos. Cuando sentían los aviones pasar por encima de sus cabezas debían introducirlo en la boca, como si fuera el freno de unas bridas en la cabezada de un caballo, y morderlo fuertemente para que el ruido que producía la explosión de las bombas no les dañara los tímpanos.
Veían caer las bombas sobre los edificios de la ciudad. Se oían muchos gritos en esos momentos entre los escolares. Siempre después de los bombardeos se pasaba lista para tener certeza de que no faltaba nadie. El reencuentro suponía para todos un suspiro de alivio muy grande.
En Vic, aquel invierno caían unas heladas muy fuertes, por cuya razón al asearse por las mañanas pasaban mucho frío. Los niños lloraban cuando les obligaban a lavarse con el agua tan fría. Aurora se ponía muy nerviosa chillaba mucho y Dimas, algo parecido. A pesar de este rechazo por parte de ambos, lo hicieron todos los días y tardaron muy poco tiempo en tolerarlo.
 
 

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