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martes, 21 de octubre de 2014

Ponencia: "Las Reales Fábricas de Sargadelos y la Real Compañía Asturiana de Minas" (2)


                                       Fuente de Sargadelos con nombre estampado y pozo.

Primera contrata


    Bello Piñeiro señala:
Se construyeron nuevos hornos, se trajeron nuevas máquinas, se renovó el material, se creó un magnífico taller para el “estampado”.
Villa-Amil y Castro dice que en tiempos de la empresa de D. Luis de la Riba la fábrica llegó a contar con más de sesenta oficinas.

    Necesitan abundante combustible para mover las máquinas y poner en marcha los hornos: El más barato que hay en el mercado es el de Arnao. En 1845 desde Sargadelos enviaron un documento de reconocimiento de firmas. Era norma obligada que se hacía con los clientes importantes. Las fábricas de Sargadelos lo serían a partir de ahora para la Real Compañía Asturiana de Minas, y viceversa.

En la Fundición fabricaron los tubos de desagüe de las minas según los diseños realizados en Arnao desde donde se ofrecía carbón de diversas calidades para realizar pruebas; además, Adolfo Desoignie manifestaba: en lo sucesivo estoy en el caso de hacer anualmente un camino regular de hierro. Para tal fin, encargó que fabricasen dos docenas de ruedas para los vagones, según su diseño.

En 1846 el carbón que se quemaba en la fundición de Sargadelos, aparte de los pedidos, no muy frecuentes que hacían del carbón de Arnao, procedía de las minas de Santo Firme, próximas a Avilés, y de la de Ferroñes. Se embarcaba en el puerto de Avilés. Posteriormente conoceremos la procedencia de otros carbones utilizados en Sargadelos.

Ese mismo año escribía Salvador Buhigas, en nombre de Ramón Cayetano Ramos:
Para la fabricación de loza, cuyo Establecimiento estamos montando con toda prontitud necesitaríamos anualmente mas de 10.000 quintales… castellanos de Carbón de Piedra de las minas que V. dirige.
El Sr. Ramón Francisco Piñeyro que se halla presente tiene el mayor interés en que V. sea el que provea de carbón estas fabricas.


Posteriormente en otro escrito el director de Sargadelos ratificó:
En el presente año se necesitan en estos establecimientos unos 20.000 quintales de carbón de Piedra, y en el entrante el consumo será de unos cuarenta mil.

Esta nueva actividad de producción de loza que se estaba iniciando en Sargadelos, coincidía con la llegada del inglés Mr. Edwin Forerster como director en 1847. Sería la de mayor esplendor de su historia y marcaría una nueva etapa en las relaciones entre ambas compañías; aunque inicialmente, Adolfo Desoignie no le pudo dar mucha importancia y tal vez quiso ser muy diplomático en sus escritos ante la escasez de carbón de que disponía en aquellos momentos para vender:
Debo poner en su conocimiento que habiendo tenido mal resultado algunas labores mineras que tenía dispuestas, me es imposible, al presente, aceptar ningún nuevo compromiso, hasta asegurarme los resultados de otras nuevas que estoy intentando, lo que debe servir a V. de gobierno.

Tampoco había existencias de carbón de Ferroñes  y Santo Firme en los almacenes del puerto de Avilés y de San Juan, pero en Sargadelos había mucha necesidad de combustible. Solicitaron la intermediación de Elorza, director de la Fábrica de Trubia,  quien remitió un escrito a Arnao pidiendo a Desoignie una reunión para tratar sobre la contrata que querían establecer.

En 1847 las necesidades de combustible, según Ramón Cayetano Ramos eran:
La Fábrica de Loza que empezó sus trabajos me consume semanalmente 1.000 qq. que hacen al año unos 50.000 qq.
Firmada la contrata, a partir de este año se inicia el transporte de mineral para el que será el mayor consumidor de carbón de esta empresa minera asturiana y de la que me ocupo a lo largo de la obra Avilés: Carbón y Veleros.

Para enlazar con lo que no aparece en esta obra, me refiero al periodo (1852-1867) es preciso señalar:
Portada de Avilés: Carbón y veleros. A través de la correspondencia de la Real Compañía Asturiana de Minas.

 Desde el puerto de San Ciprián llegaban pequeños pataches contratados por la Fábrica de Sargadelos hasta el fondeadero de San Juan que embarcaban entre 400 y 2000 qq.  Según la contrata establecida, en Arnao se comprometieron a enviar 2.000 qq. semanales. Debían de hacerlo con el carbón transportado en lanchas desde el cargadero de la mina coincidiendo con el horario de las mareas. Aunque se disponía de un almacén en San Juan, era más rentable hacerlo llegar directamente desde la mina, pues aparte del acarreo que significaba depositarlo en el muelle a la intemperie, el carbón se desmenuzaba y perdía parte de sus propiedades. Simultaneaban esta carga con embarques para otros consumidores, especialmente las fábricas de plomo de Adra (Almería). Para embarcar el mineral llegaban bergantines franceses procedentes, en su mayoría, de Rouen y Nantes, y cada uno de éstos necesitaba entre 10 a 15 días para cargar y hacerse de nuevo a la vela.

En 1848 la contrata se aumentó a 60.000 qq. anuales. Surgió un primer problema que estuvo a punto de obligar a dimitir a Adolfo Desoignie como director de Arnao al coincidir en el fondeadero de San Juan la llegada de seis veleros en busca de carbón para Sargadelos. Los patrones de éstos últimos se sentían relegados ante los bergantines al no pagarles las estadías por estar a la espera de carga atracados en San Juan. El director de Arnao pidió a Luis de la Riva, dueño de las Fábricas de Sargadelos y residente en Santiago de Compostela, hiciese de árbitro para resolver el conflicto. Con la intermediación de Guillermo Schulz y Francisco de Elorza, mucha correspondencia con París, Lieja y Madrid, añadida a la necesidad de combustible barato en Sargadelos resolvieron el problema, repartiéndose los gastos ocasionados por las estadías a partes iguales.

Joaquín María de Ferrer socio fundador de la Real Compañía Asturiana de Minas encarga que hagan un pedido a Sargadelos de una de las vajillas para 12 cubiertos con dibujos verdes que fabrican y que vio en un almacén en San Sebastián.  Sirvió para relajar la tensión entre los dos directores que llegaron a dejar de escribirse. Lo podemos apreciar en la posdata un año después:
P. S.  Sr. D. Adolfo Desoignie. Si hubiese sabido que el Sr. Ferrer era tan entusiasta del Quijote, como poco ha he sabido, le habría dispuesto la vajilla con pasajes del mismo, p. los hay en esta fábrica. En el nº de piezas de que consta no me he ceñido a la tarifa, sino que le puse todas las que he creído necesarias y convenientes.
En 1850 Adolfo Desoignie encargará otra vajilla verde para él en cuanto llegó la vajilla para Ferrer.

Las quejas sobre la calidad del carbón que se enviaba a San Ciprián, además de ser frecuentes, fueron en aumento, tal vez pretendiendo una rebaja en el precio del combustible a la hora de establecer una nueva contrata o eran conscientes de que los métodos de laboreo que se estaban adaptando al nuevo sistema de transporte de ferrocarril supondrían la paralización de las labores.

Es preciso señalar que el año 1849 se remitieron 48.524 qq. y el año  1850 49.132 qq. En el año 1851 no aceptaron en Arnao la propuesta de establecer una nueva contrata de 40.000 qq. Desde 1851 les remitieron pequeñas partidas que había en las minas y almacenes. A partir de esa fecha los embarques serían de mucha  menor consideración.

 Desde mi punto de vista será el motivo del declive de Sargadelos pese a las propiedades del mineral de Arnao, que mezclándolo en Sargadelos con una pequeña cantidad del embarcado en Gijón, empleado en la Fábrica de fundición, daba un estupendo rendimiento en la Fábrica de loza. En Sargadelos deben buscar mineral en otros yacimientos. El carbón de Langreo puesto a bordo tenía un precio muy superior y Ramón Cayetano Ramos viajó a Arnao a escuchar a Desoignie, fue a Santo Firme y Ferroñes para intentar establecer con ellos una contrata, anunciándole que pretendía traerlo desde Inglaterra, llegando a construir una dependencia de aduana en el puerto de San Ciprián en Lugo. En Asturias había escasez de carbón y su precio aumentaba día a día.

Continuará mañana...

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