Hay
variedad de tipos y tamaños. Muchos llevan un gallo coronando el cierre
del depósito de aceite, aunque también hay piezas extraordinarias sin
gallo.
En el mismo libro de Lasala es más clara su descripción sobre el modo de empleo:
Cada
operario lleva su candil, el aceite que usan es de linaza que, según
las experiencias hechas por el jefe del Establecimiento además de
producir una luz muy clara, dura más y sale más barato que el de olivas,
tan escaso en Asturias. El alumbrado es de cuenta de la empresa y como
aquí trabajan varias cuadrillas a destajo, no está fijado el número de
horas que han de permanecer en los subterráneos ; para esto el encargado
o capataz por la empresa da a los destajistas en una vasija el aceite
correspondiente al número de candiles de otros tantos operarios que
entran a su cuidado, a razón de lo que pueda gastar cada luz por el
tiempo de diez a doce horas diarias; a no ser que la premura de los
arranques exija más permanencia en la mina: al entrar, el capataz de
los destajistas lleva los candiles y después de cierto tiempo que ya lo
necesitan vuelve a echarles más aceite.
Estos aparatos son suficientes a producir una buena iluminación, tanto por lo bien ventiladas que están las excavaciones tanto porque no se desprenden gases inflamables que hagan necesario el uso de la lámpara de seguridad.
Estos aparatos son suficientes a producir una buena iluminación, tanto por lo bien ventiladas que están las excavaciones tanto porque no se desprenden gases inflamables que hagan necesario el uso de la lámpara de seguridad.
En
agosto de 1855 dos comerciantes de Oviedo Fausto E. Agosti y Francisco
Lacazette entablan relaciones comerciales con Emilio Schmidt, Director
de la Real Compañía Asturiana de Minas, quien adquiere varias partidas
de candiles de sapo.
En
los libros de compras de la Real Compañía Asturiana de Minas, el 1 de
diciembre de 1858 aparece anotado una partida de 100 candiles de minas
blancos a 10 reales cada candil. En enero de 1859 aparece otro apunte
de 100 candiles para minas también a 10 reales y el 10 de agosto de ese
mismo año otro apunte de compra de 6 candiles de minas a 12 reales. Por
último, en enero de 1860 hay un último apunte de compra de 102 candiles
de minas.
El
25 de junio de 1858, el buque Gabriel, Capitán Fresno, además de los
quintales de carbón que embarcó en San Juan para Requejada (Cantabria),
hasta donde se llevaba para calcinar las calaminas de Reocín, llevó 6
candiles (6).
(6). Libro de salidas carbón del año 1858. Archivo Histórico Asturiana de Zinc.
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