Jules Hauzeur, director general de la nueva sociedad y desde inicios
de 1853, de la precedente no asistió a la primera reunión del consejo
de administración, por encontrarse en España, en el desarrollo de
actividades propias de su nuevo cargo. En este viaje, con gestiones a
realizar en Guipuzcoa, Madrid y Asturias, encargara a DeSoignie el
cierre contable y la apertura de cuentas de las antigua y nueva
sociedades, con las instrucciones pertinentes al caso. A esta tarea se
añadiría la actividad minera de Arnao y la dirección de la construcción
de un ferrocarril que habría de unir las instalaciones mineras con la
nueva factoría a construir en San Juan. Para completar este apartado
señalar que a finales de 1854, al establecer la organización de la
empresa en España, le serían asignados a DeSoignie la dirección de la
mina y del ferrocarril en construcción.
El día 11
de junio de 1853, tiene lugar la apertura oficial del libro Diario de
operaciones de la dependencia carbonera de la nueva sociedad,
escriturada unos días antes en Bruselas. A los antiguos propietarios,
por su aportación, se les había entregado 660 acciones de 1.000 francos
de valor nominal cada una de ellas, por lo que a cada uno de los tres
socios iniciales le correspondía 220 acciones. Al objeto de equilibrar
las cuentas al cambio oficial, el día de constitución se valoró la
antigua sociedad en 2.470.000 reales vellón, que superaba en casi un 20%
el valor contable de la misma (2.090.000 rv.) y rendía un beneficio
considerable, en valoración muy generosa del bien aportado, máxime
recordando que la aportación realizada en 1834, 19 años antes, alcanzaba
la cantidad de 450.000 rv, repartidos por tercios. En la especificación
de las cuentas citadas destaca el valor asignado a la infraestructura
de explotación y la evaluación del intangible de las reservas previstas
de carbón, que alcanzan un monto de 2.313.071 rv., frente a la
valoración de inmuebles, muebles, materiales, materias y existencias de
producto que cifran en su conjunto 156.929 rv. un 7,5% de la cantidad
anterior.
El análisis del inmovilizado y los bienes
muebles invertidos en la explotación minera permiten hacerse una idea
bastante exacta de la realidad de las instalaciones mineras y el
significado de esta actividad en aquel tiempo, máxime en la
consideración de que la RCAM era una de las empresas mejor organizadas
en el aspecto técnico.
La partida de bienes
inmuebles, edificios y terrenos propiedad de la sociedad, estaba
evaluada en 56.000 reales, de los que 22.700 correspondían a bienes
radicados en Arnao y los 33.300 restantes estaban situados en San Juan.
En la primera, zona de la instalación minera, el 25% aproximadamente del
total correspondía a suelo propiedad de la empresa, mientras que el
resto cubría un edificio con cuadras, un almacén y un taller de
mantenimiento y servicios generales, con carpintería y fraguas
básicamente. En la zona de expendio, San Juan, el fuerte de la inversión
se debía a dos casas y otros tantos almacenes y cobertizos, situados
todos ellos en la zona portuaria, correspondiendo a terrenos la exigua
cantidad de 2.300 reales (7 % del total de la inversión).
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