Los asentadores, encargados
del suministro mediante contrato de mercancías diversas, en este caso carbón de
piedra, a entidades públicas, desempeñan un papel importante en la fase inicial
de la actividad minera de Asturias. Para el desarrollo correcto de las
encomiendas precisaban tener prevista la extracción de mineral –cubierta en
ocasiones por ellos mismos como empresarios-, su transporte y almacenamiento al
puerto de origen y posterior traslado a destino; todo ello exigía una
disponibilidad de personal y economía importante. Normalmente los asentadores solían
ser personajes notables de la actividad portuaria.
La ingente aportación
documental de Adaro, me ha permitido recoger el nombre de alguno de ellos. El
primero y más importante, en mi criterio, es Juan Bautista González Valdés,
reconocido como el primer comerciante de carbones, a la par que empresario,
conjuntamente con un cuñado suyo, en la explotación de minas de carbón en
Langreo y Siero. En 1771 ya firmó un asentamiento de 20.000 quintales
castellanos, al año, para la Real Fábrica de Artillería de La Cavada;
posteriormente también suministraría al departamento marítimo de El Ferrol.
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