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jueves, 21 de junio de 2018

PRECURSORES DE LA MINERÍA EN ASTURIAS: FRAY ÍÑIGO DE BUENAGA por Luis Jesús Llaneza González (7)



Miembro de la comunidad benedictina residente en el Real Monasterio de San Juan de Corias. Reconocido como gran aficionado a la recolección, estudio e investigación de rocas y minerales y, en general de las ciencias de la naturaleza. En 1772, escribió el manuscrito (remitido en su día a la Sociedad Bascongada) siguiente: Relación sobre las minas de Amianto de Asturias, haciendo mención de otras de jaspes y mármoles, de metales, piedras figuradas, cristales, piritas, marcasita y otros fósiles; como también de varios arbustos, plantas y animales de los que no habla don Gaspar Casal en su Historia Natural de Asturias.

Una orden (1777) del Consejo de Castilla demanda a la Audiencia de Oviedo el encargo de investigar la existencia en la región  de carbón mineral. Del desarrollo del mismo es encargado el Conde de Toreno, quien en compañía de Buenaga recorrerán gran parte de la región y, al poco tiempo, enviarán a la capital del Reino un cajón con varias muestras de carbón e indicación de su procedencia. La Sociedad Económica madrileña estudiará dichos ejemplares y emitirá un informe (30/5/1778), sobre la utilidad y beneficio de estos descubrimientos, hecho que impelerá al Consejo de Castilla a ordenar (5/10/1978) que prosigan estas investigaciones. La nueva búsqueda se vuelve a encomendar a Toreno Y Buenaga, quienes el 8 de Diciembre de 1879 enviaron tres cajones de muestras al Conde de Campomanes, motivo de nuevos apremios, por parte de éste, para la constitución de la Sociedad de Amigos del País asturiano.

Adaro. (1989). T. III. Pág. 209.
Adaro. (2003). T. III. Pág. 42.
G. Claverol – Luque (1993). Pág. 156.
Maffei- Rua Figueroa (1871). T. I. Pág. 102.







viernes, 15 de junio de 2018

PRECURSORES DE LA MINERÍA EN ASTURIAS: EL CONDE DE TORENO por Luis Jesús Llaneza González (6)




José Joaquín Queipo de Llano y Valdés (Cangas de Narcea, hacia 1727- Madrid, 1796), quinto Conde de Toreno y Vizconde de Matarroso, Alférez de Tineo y Alférez mayor de Asturias, título vinculado a la casa familiar. Historiador (académico numerario de la de Historia) y Poeta. Persona imbuida de las ideas ilustradas fue uno de los promotores y más activos miembros de la Real Sociedad Económica de Amigos del País del Principado de Asturias, con interesantes aportaciones escritas y destacadas participaciones en las deliberaciones sociales.
Especialista en ciencias naturales e investigador de la geología asturiana recibirá el encargo, conjuntamente con fray Íñigo de Buenaga (ver éste para el detalle del desarrollo del mismo), de investigar la existencia de carbón en la región. El resultado de dicha comisión será la Descripción formada por el Conde de Toreno de los descubrimientos de la Naturaleza, que inspeccionó de orden del Real y Supremo Consejo de Castilla con comisión de la Diputación del Principado de Asturias en compañía del R. P. Fr. Íñigo de Buenaga, monje benedictino en el Real Monasterio de San Juan de Corias (manuscrito inédito que se conservaba en el Instituto Jovellanos de Gijón.
Sobre cuestiones similares publicó varios trabajos y pronunció diversos discursos, entre los que debe consignarse Descripción de varios minerales, mármoles y otras producciones descubiertas en el Principado de Asturias y sus inmediaciones desde el año 1777 hasta el presente… (Leído en Junta de la Real Sociedad Económica de Amigos del País del Principado de Asturias. En sesión del 6/8/1881), amén de otros varios sobre canteras y minas de la región y consideraciones sobre la riqueza que se generaría en Asturias con la explotación y beneficio adecuado de los mismos.
Sus aficiones le hicieron mantener relación epistolar con especialistas españoles y extranjeros. Vernet le honraría denominando Terebratula Toreno a una concha fósil que había descubierto. Fuertes Acevedo lo sitúa a altura similar a Jovellanos en el desarrollo regional de la Mineralogía, conocimiento básico para el desarrollo de la principal de las industrias del suelo asturiano. Dice así: no menos grande fue el mérito contraído por el otro Conde de Toreno, incansable en promover los gérmenes de la industria mineral de la provincia…

Amén de documentación de carácter general: Gran Enciclopedia Asturiana y Escritores y artistas asturianos.
Adaro. (1889). T. III. Págs. 207 a 210. Ai.
Adaro. (2003). T. III. Pág. 42.
Adaro-Junquera. (1916). Págs. 33, 34, 43, 52 y 53.
Fuertes Acevedo. (1884). Págs. 12, 26, 35 y 51.
Fuertes Acevedo. (1885). Págs. 239 a 241. ai.
G. Claverol – Luque (1993). Pág. 5, 81 y 156.
Maffei- Rua Figueroa (1871). T. II. Pág. 196.

jueves, 7 de junio de 2018

PRECURSORES DE LA MINERÍA EN ASTURIAS: PEDRO RODRÍGUEZ PÉREZ (CONDE DE CAMPOMANES) por Luis Jesús Llaneza González (5)



Pedro Rodríguez Pérez, conde de Campomanes, por nombramiento real de 1770, es natural de Sorriba (Tineo), de familia hidalga y mediana fortuna. Nacido el 1/7/1723, se licencia en Derecho en 1745, ejerciendo esta actividad con gran brillantez durante diez años. Inicia su actividad al servicio de la administración en 1755, al ser nombrado Superintendente general de Correos. Cinco años después ejercerá el cargo de ministro de Hacienda y en 1762, adquirirá el rango de Fiscal del Consejo de Castilla, el más alto tribunal del Reino, en cuya función desarrollará una continuada y destacada labor al servicio al Estado, en la promoción y ejecución de las numerosas reformas promovidas por los carolinos. Político ilustrado y reformista moderado, alcanzará en 1783, el cargo de Gobernador del Consejo de Estado (Castilla), el inmediato en importancia al Rey. La involución generada por el acceso de Carlos IV, acompañado por su valido Godoy, al poder y los efectos de la revolución francesa (1789) promueven su retirada de las responsabilidad del cargo en 1791, pasando a ejercer de Consejero de Estado, donde permanecerá hasta su fallecimiento  (3/2/1802).
Político, jurisconsulto y economista prestigioso, con abundante obra escrita en estos campos, descolló también en los del derecho y la historia, de cuyas Academias fue miembro y presidente, así como de la Real Academia de la Lengua. Campomanes será uno de los más importantes responsables del proceso seguido por los ilustrados, a la llegada al trono de Carlos III, en su disposición de transformar las anacrónicas estructuras del país. Los equipos de gobierno adoptarán una serie de medidas proclives a corregir sustanciales modificaciones en la propiedad del suelo, desarrollo de la agricultura, extensión de la red viaria, libertad de comercio y reactivación económica, con impulsión del desarrollo industrial, en pleno auge en las naciones más adelantadas de Europa. El Conde de Campomanes, a este fin, adoptará un conjunto de normas de carácter legislativo y judicial de honda trascendencia socioeconómica, que no es caso de relatar aquí al detalle.
Especial relevancia, al objeto que nos ocupa, deben darse a sus Discurso sobre el fomento de la industria popular (1774) y Discurso sobre la educación popular de los artesanos y su fomento (1775), en los que propugna una profunda modernización del campo español, en aras de la elevación del nivel de vida campesino, con la utilización popular de las técnicas más convenientes y el aprovechamiento industrial de los productos obtenidos del agro, en el criterio fisiocrático de que la naturaleza es la fuente de riqueza.
El instrumento con que Campomanes pretendió dinamizar el desarrollo económico de la población española fueron las Sociedades Económicas de Amigos del país ((SEAP). En el Discurso sobre el fomento de la industria popular – Cap. 14, VI; Cap. 19 y 20, en su totalidad – considera la necesidad y conveniencia de la creación de estas sociedades en las ciudades y villas del reino, con la misión primordial de estudiar y analizar detalladamente el estado y situación de las fuentes de riqueza y medios de producción zonales, en la seguridad que su conocimiento profundo motivará la promoción de las soluciones más idóneas para la obtención posterior del máximo rendimiento de las mismas. En este camino trataba de convertir a las SEAP, en el órgano difusor de sus ideas y brazo ejecutor de su política reformista. Con su fundación y fomento, pretendió incorporar al proyecto a los sectores, de los estamentos aristocrático y clerical, más afines a sus ideas en el afán reformista de la sociedad española.
Jovellanos, discípulo, amigo, contertulio y albacea testamentario llegó a calificarlo como el mejor economista del siglo o célebre por sus talentos, y juicios similares emitieron los numerosos tratadistas que han estudiado a este eximio asturiano. La preocupación, la conexión e interés por su región natal fue constante; a ella dedicará innúmeros esfuerzos, tanto en el aspecto histórico-literario como en la acción política de gobierno. Intervendría activamente en los comienzos de la ejecución de la carretera a Castilla y es sabido su trabajo continuado y aportaciones personales en pro de la reconstrucción del santuario de Covadonga, incendiado en 1777 e iniciada su reconstrucción cuatro años después, gracias a los buenos oficios del citado.
Campomanes ya es conocedor de la existencia del carbón asturiano en 1774, cuando en la página 75 de su Discurso sobre el fomento de la industria popular reseña que En Asturias, Montaña, Vizcaya y Guipúzcoa podría fomentarse la quincallería; todo género de trabajos en el hierro y en el acero. La poca inteligencia de sus naturales en estas manufacturas es la causa de que desperdicien el aprovechamiento de estas ramas, que el fierro, la leña, el carbón de piedra de Asturias, la bondad y abundancia de las aguas, y la proximidad al mar les ofrecen texto antológico de las futuras posibilidades industriales de Asturias. En el tomo III (3º de los apéndices) de su Discurso sobre la educación popular de los artesanos y su fomento, vuelve a referirse a las necesidades asturianas al tratar sobre el arte de beneficiar las minas de carbón de fierro y aporta numerosos conocimientos sobre el trabajo del hierro, en sus diversas fases de fusión y elaboración posterior.
Adaro. (1889). T. III. Págs. 188, 189.
Maffei – Rua Figueroa. (1871). T.I. Pág.115.
Suárez. (1936), T. II. Pág. 205 a 230 ai.

martes, 15 de mayo de 2018

PRECURSORES DE LA MINERÍA EN ASTURIAS: ASENTADORES por Luis Jesús Llaneza González (4)



Los asentadores, encargados del suministro mediante contrato de mercancías diversas, en este caso carbón de piedra, a entidades públicas, desempeñan un papel importante en la fase inicial de la actividad minera de Asturias. Para el desarrollo correcto de las encomiendas precisaban tener prevista la extracción de mineral –cubierta en ocasiones por ellos mismos como empresarios-, su transporte y almacenamiento al puerto de origen y posterior traslado a destino; todo ello exigía una disponibilidad de personal y economía importante. Normalmente los asentadores solían ser personajes notables de la actividad portuaria.
La ingente aportación documental de Adaro, me ha permitido recoger el nombre de alguno de ellos. El primero y más importante, en mi criterio, es Juan Bautista González Valdés, reconocido como el primer comerciante de carbones, a la par que empresario, conjuntamente con un cuñado suyo, en la explotación de minas de carbón en Langreo y Siero. En 1771 ya firmó un asentamiento de 20.000 quintales castellanos, al año, para la Real Fábrica de Artillería de La Cavada; posteriormente también suministraría al departamento marítimo de El Ferrol.

miércoles, 9 de mayo de 2018

PRECURSORES DE LA MINERÍA EN ASTURIAS: PRIMERA PARTICIPACIÓN DE LA MARINA por Luis Jesús Llaneza González (3)



En Avilés, a 23 de Junio de 1771, Antonio Arizmendi y José Antonio Zaldua, informan a Joseph de Colosia, Comisario Real de Guerra, de Marina y ministro principal de ella en esta provincia, del resultado de sus indagaciones sobre la existencia en Asturias de minas de carbón de piedra y de las prácticas más convenientes para su laboreo.
De este reconocimiento podemos obtener la ubicación de varias minas en explotación en este tiempo, primera referencia, al respecto, conocida. De esta manera, en el concejo de Lena, en la parroquia de Loredo, una mina en Ablaña, y en la parroquia mierense, dos en Voila y Ricueña, a media legua de la villa de Mieres, y todas ellas en explotación. En el concejo de Langreo, en Turiellos, en el lugar denominado el Puente, dos en utilidad; en Carballín (Valdesoto), otras dos y los productos de ambas son vendidos a un asentista gijonés. En el concejo de Bimenes se encuentran indicios de carbón. En Nava, parroquias de Priandi y Santo Melero, se han efectuado extracciones y podrían continuar.
En la segunda parte del informe señalan algunas de las diligencias necesarias para conseguir los carbones más adecuados a las necesidades de la Marina. En primer lugar la conveniencia de que la comisión de carbones sea efectuada por personal conocedor de la técnica precisa para la detección de posibles yacimientos, valoración de la calidad de sus carbones, su potencial riqueza y del aprovechamiento más adecuado de las mismas, al objeto de evitar las malas prácticas que en la actualidad se realizan, en especial las mezclas que perjudican la calidad del producto extraído Como segunda providencia, la necesidad de que los comisionados conozcan las técnicas de entibación al objeto de conseguir la máxima seguridad y el mejor aprovechamiento de los veneros. Por último las posibilidades de conducción por tierra y la imposibilidad de dar un precio para el transporte  por cauce fluvial.
Adaro. (1989). T. III. Pág. 178 a 181, ai.

domingo, 4 de marzo de 2018

CRÓNICA DE TIEMPOS OSCUROS por Luis Jesús Llaneza González (6)



En las tercera y cuarta décadas del siglo XVII, vuelven a aparecer algunas concesiones para la explotación de minerales, en general de cobre, plomo, oro y plata, correspondientes a denuncias efectuadas en los concejos de Cabrales Villaviciosa, Llanes, Pravia, Oviedo (monte Naranco)… Este nuevo impulso en la exploración y descubrimiento de minas pudiera ser debido al efecto inducido por la pragmática de Felipe III, en 1607, concediendo nuevas gracias y disminuciones en las cantidades a  abonar a la Real Hacienda, en concepto de impuestos. Po lo que respecta al hierro deben anotarse las concesiones para el beneficio de una mina de almagre (Junio de 1602) en Pinos y Villafeliz, concejo de Somiedo; de una de hierro en Cabrales (Noviembre de 1625), y otras de hierro, en los lugares denominados Almagreras de Lena y Pinos, en el concejo de Lena, concediendo permiso para su explotación a Francisco Bernaldo de Quirós. Al referirse al carbón de piedra, Tomás González (11), señala la concesión de dos minas de carbón a Andrés Martínez Ballesteros, el 15 de Noviembre de 1625, en dos reales cédulas diferentes emitidas el mismo día; en la primera dice simplemente, en una relación amplia, “ en el de Avilés una de carbón de piedra”, y en otra relación diferente consigna, después de enunciar una de topacios y cristal, “ otra de carbón piedra, desierta y antigua, en el concejo de Arones, en el término de dicho lugar”. Algunos autores, con criterio plausible creen que esta mina, abandonada, es la sita en Arancés y que ambas son una misma mina; la indeterminación de la ubicación permite todo tipo de interpretaciones. Así Ramón Mañana (12) interpreta que Arones pudiera ser Arenas, en el concejo de Siero, basado en la licencia de 15 de Noviembre de 1615, para explotar hornaguera en dicho lugar; en este criterio también abunda Guillermo Fernández Lorenzo.
A partir de 1640, se extiende un manto de silencio y no volveré a  encontrar referencias escritas hasta un siglo, amplio, más tarde. Bien es cierto que la minería española, salvo excepciones muy significadas, Almadén y Riotinto en especial, sufre un retroceso importante mas parece difícil admitir que no se efectuase ningún tipo de actividad minera.

(11) Recogido de Tomás González (1832) T I, Pág. 194 y 564, respectivamente.
(12) Recogido de Ramón Mañana (2000) Pág. 1. Fausto Vigil (1954), sin embargo, no encontrará noticia alguna, aludiendo a la minería sierense, hasta 1753.

lunes, 26 de febrero de 2018

CRÓNICA DE TIEMPOS OSCUROS por Luis Jesús Llaneza González (5)



Las pragmáticas reales citadas, habían dado un nuevo impulso –en el aspecto legal- a las explotaciones mineras y por estas fechas empiezan a documentarse las primeras minas de Asturias. Así, en 1569 (13/12), se autoriza a Pedro de Solís para que beneficie durante treinta días, una mina descubierta en los concejos de Avilés y Llanera (9).
A partir de este momento serán numerosas las referencias sobre concesiones mineras en la región; especialmente de cobre, plomo y metales preciosos en Cabrales, Belmonte, Luarca, Poo y Arenas, (1575 a 1593; ai). La primera noticia de la presencia del fraile carmelita Agustín Montero en Asturias viene dada por la carta de 17 de Agosto de 1587, en la que se previenen a los justicias permitan que el citado religioso, en nombre del Monasterio de Nuestra Señora del Carmen de Valladolid, beneficie una mina de campanil (hematites rojo) y cobre en Cabrales. La extracción de mineral debía continuar el año siguiente pues, con data 14/1/1588, mediante carta se advierte a los justicias del concejo de Cabrales que Montero tiene permiso para el beneficio metalúrgico del producto de la mina y encareciendo nombren persona que permanezca en la fundición y envíe, cada cuatro meses, relación documentada y dinero que le corresponda a la monarquía en tales temas. Por fin, en San Lorenzo el Real y fechada a 11 de Septiembre de 1593, se concede licencia al citado Agustín Moreno, “para que pudiera beneficiar una mina de carbón de piedra que descubrió en términos de Arancés, jurisdicción de Avilés, principado de Asturias” (10). Esta mina es la primera reseñada con exactitud, explotación documentada de hornaguera en Asturias.
Como hecho anecdótico consignar que a Juan de Herrera –natural de Mobellán, Asturias, Director de las obras del Escorial, desde el fallecimiento de Juan Bautista de Toledo, de quien era ayudante, hasta la culminación de las mismas-, Felipe II le había hecho la merced de concederle la propiedad, durante treinta años, de todas las minas de cobre y plomo de Asturias; hacia 1570, en memorial dirigido al Secretario del rey, comunica su renuncia al privilegio obtenido por no poder obtener aprovechamiento alguno, debido a inconvenientes y problemas continuados con los Contadores y el Consejo de Hacienda. 


(9) Por su ubicación, Guillermo Fernández Lorenzo (1989, Pág.14) considera que esta mina es de carbón de piedra. Luis Adaro, al no haber Tomás González señalado el mineral a extraer, no estima conveniente señalar la citada como primigenia explotación documentada. Sí hace constar, sin embargo, que Salvador Fernández Penedo (artículos publicados en La Nueva España) indica que en la fecha citada en el texto se halla licencia para beneficiar minas de hornaguera en Arancés (Castrillón). Afirmaba, el citado, que esta fecha debería considerarse “como aquella en que se ha de iniciar toda la historia documental y seria, sin leyendas pueblerinas, de nuestra minería de carbón”.

(10) En Tomás González (1832) T I Pág. 191. La mina denunciada podía ser la que en su día se autorizó a explotar a Pedro de Solís.

lunes, 19 de febrero de 2018

CRÓNICA DE TIEMPOS OSCUROS por Luis Jesús Llaneza González (4)




En la segunda mitad del siglo, bajo el reinado de Felipe II, comienza a denotarse el interés del Consejo Real por establecer normativa que regule las explotaciones mineras y aporte al erario público los fondos que le son debidos. Fruto del mismo serán las pragmáticas de 1559 y 1563, y principalmente, las Ordenanzas de 1584, (22 de Agosto), para el descubrimiento, labor y beneficio de las minas de oro y plata, azogue y otros metales. Por esta legislación se regirá de hecho la minería española durante cerca de tres siglos, con las pequeñas modificaciones, de detalle, dictadas posteriormente. En sus 84 órdenes, se conceden la libertad de descubrimiento y beneficio a cualquiera persona que las descubra y registre y cumpla las condiciones señaladas en dichas ordenanzas (plazo de tres meses para el inicio de su explotación y obligaciones marcadas para su laboreo), así como el abono de una cantidad al Rey, conforme al metal extraído y condiciones del mismo, señalado de modo muy prolijo y tratando de cubrir la totalidad de posibles situaciones so pérdida del derecho de explotación al considerar abandonado el minero.
Se determinan, también, las dimensiones de cada registro (orden 23: “… este tal goce de ciento sesenta varas de medir por la vena en largo y ochenta en ancho”), la obligación de que la mina esté en laboreo (orden 37: “…que todos sean obligados a tener sus minas pobladas, por lo menos con cuatro personas cada una mina o pertenencia”), a mantenerlas en buen estado, evitando sus inundaciones y hundimientos (órdenes 40 y 41). Asímismo, en las ordenanzas 49 a 52, ambas incluidas, se establecían diversas sinecuras a las que podían acogerse los empresarios mineros, tales como el aprovechamiento de maderas, el consumo de pastos, el derecho a caza y pesca y la utilización de los cursos de agua, de montes, ríos y praderías próximas a las minas, de propiedad pública, de forma totalmente gratuita. 

miércoles, 14 de febrero de 2018

CRÓNICA DE TIEMPOS OSCUROS por Luis Jesús Llaneza González (3)



De estas calendas  (1437) es el documento por el que se arrienda por cuatro años la venta del azabache de las cuatro sacadas de Asturias a Juan de Amandi. Y la merced al doctor Maldonado de Talavera, en 1475, de los derechos del diezmo viejo y alcabala sobre el hierro que se labrase en las herrerías de Asturias, la cual se revocará años después.
Durante el siglo XVI, aparecen las primeras referencias escritas correspondientes a la minería asturiana. La razón de este hecho se debe, principalmente, a la obligatoriedad de solicitar el permiso, privilegio, de explotación conforme a la legislación vigente, y consecuente reflejo en las cédulas reales que autorizan a los particulares solicitantes el beneficio minero correspondiente. La documentación pertinente, recogida en el archivo de Simancas (Valladolid) y que el capellán Tomás González, incluye en su “Registro y relación general de minas de la Corona de Castilla” son la fuente, el testimonio prácticamente único, que permite el conocimiento de este periodo (5).
La primera noticia, digna de crédito (6), respecto a la existencia de hornaguera en Asturias, está dada por el caballero Antonio de Lalaing, señor de Montigny, quien en 1502, de camino para Santiago, señala que el 25 de Enero, viernes, se alojaron en San Salvador de Oviedo, capital de Asturias, de la que, a distancia de dos leguas hay minas de cristal (de roca) y a cuatro leguas hay minas de carbón de piedra (7). Lo anterior indica claramente que bien alguien le informó sobre su existencia, o de propio visu denotó la presencia de vetas carboníferas; en todo caso su testimonio atestigua la existencia conocida de las mismas.
La primera nota al respecto es la concesión, merced, de explotación, en 1512 (18/1) de un minero de hierro y otros metales, sito en Avilés, al repostero de Cámara de S.M., Pedro de Porras (8). Años más tarde aparece una nueva referencia asturiana con la RC. de 31/3/1525, por la que se hace merced de juro al gran canciller Mercurino de Gattinara, “de los mineros de oro, plata, hierro, cobre, latón, azul, azogue, bermellón, alumbre, cardenillo y otros metales del reino de Galicia y Principado de Asturias en Oviedo, pagando la décima parte a S.M.”. Derivación de la misma causa serán diversos documentos, suscritos un cuarto de siglo después, para resolver diversas causas generadas por el uso de esta prebenda, al fallecimiento de Gattinara.


(5) La mayoría de los tratadistas del tema utilizan como documento de trabajo el libro de Tomás González (1832). Yo mismo, en Septiembre de 2008, realicé la lectura y acotación del mismo. Siguiendo a Luis Adaro Ruiz, se desprende que el tomo I, de “Datos y documentos…” recogió el material propio de la recopilación de González, cuyo libro obraba en su biblioteca: Sin embargo, en el tomo III, aparecen diversas entradas referidas a la cuestión, que señalan claramente su trabajo de investigación en el archivo de Simancas. El resto de los autores, exceptuando el desconocido escrito de “Minas antiguas de Asturias y León” quien parece haber recogido la documentación aportada del propio archivo -“Antecedentes de concesiones mineras en Asturias y León, durante los siglos XV, XVI y XVII, tomados de documentos existentes en al Archivo de Simancas”- se nutren del citado Tomás González o de referencias recogidas en otros autores; de ahí la reiteración que se produce de algunos errores.

(6) Dice Casariego (1974, Pág. 107): “La noticia más antigua que he podido pesquisar relativa al carbón asturiano data de fines del siglo XV. Por estas fechas el fraile carmelita Fray Agustín Moreno (sic), del convento de Valladolid, descubrió y hasta parece ser que benefició, un yacimiento superficial en el lugar de Arancés, en el concejo de Castrillón”. Sobre la cuestión señala que la versión está recogida en Aramburu y otros autores, que cita en una nota. Aramburu en su Monografía de Asturias (Colección Biblioteca Histórica Asturiana, edición 1989, Pág. 201), trata el tema del siguiente modo: “Refiérese que a fines del siglo XV, Fr. Agustín Montero, de la Orden de los Carmelitas de Valladolid, descubrió una mina en Arancés, Castrillón, y cargó por mandato del rey dos navíos para Portugal, unido entonces a España”. El propio texto de Aramburu resalta el error: Portugal y España estuvieron unidos a partir de 1581, fecha en que las cortes portuguesas reconocieron a Felipe II como rey de Portugal; es decir, Aramburu se confundió en un siglo al datar el hecho que, por otro lado, coincide, como se señala en el texto, con los descubrimientos de Agustín Montero.

(7) Recogido de Casariego (1974), Pág. 107 y 108. Igualmente en Mases (2001) TI. Pág. 9 y 10 y T. III Pág. 1275.

 (8) Recogido de Maffei - Rua Figueroa (1871). T II. Pág. 397 y también Adaro (1973). Pag.3 y Adaro (1989). Pág. 24.

viernes, 9 de febrero de 2018

CRÓNICA DE TIEMPOS OSCUROS por Luis Jesús Llaneza González (2)



Al cese de las explotaciones mineras romanas en Asturias, seguirá un largo periodo, superior a diez siglos, en el que la práctica ausencia de muestras arqueológicas inclinan a creer que tanto visigodos como árabes prestaron escasa atención a la extracción de minerales en nuestra región. Completa este criterio algunos textos referidos al tema general en la península y la práctica ausencia de legislación concordante con la cuestión considerada. Al respecto reseñar la rotunda afirmación de Alonso Carrillo (1) - “De los godos no he leído que trabajasen minas”- o la inexistencia de disposiciones que consideren aspectos relacionados con la minería en la “Lex Visigothorum”. La primera normativa sobre minas la encontramos en el “Código de las Siete Partidas” conjunto de leyes compiladas por orden de Alfonso X El Sabio, en el que se declaran las minas como pertenecientes a la Corona (2). Alfonso XI, en las cortes de Alcalá de 1348, disponía que “nadie sino los que para ello tuvieran privilegio real pudieran descubrir ni beneficiar ninguna mina de oro, plata, plomo, ni otro metal cualquiera que fuese” (3). Cuatro décadas después , Juan I, en las cortes de Briviesca (1387), determina las condiciones generales en que se puede desarrollar la actividad minera. Recogemos el texto: “Porque somos informados que estos nuestros reinos, son abastados y ricos de mineros: ordenamos y mandamos que todos y cualquier persona de nuestros reinos puedan buscar y cavar en sus propias tierras y heredades minerales de oro y plata y de azogue y de estaño y de piedras y de otros metales; y que los puedan  otrosí, buscar y cavar en otros cualquier lugares,  no haciendo perjuicio unos a otros en los cavar y buscar, faciéndolo con licencia de sus dueños; y cualquiera que los dichos mineros fallase que lo que de ellos se sacase se parta en esta guisa:  lo primero, que se entregue y pague dello el que lo sacase, en toda costa que hiciese en lo sacar y cavar; y en lo que quedase sacada la dicha costa, que sea la tercia parte para el que lo sacase, y las otras dos partes para Nos” (4). Esta normativa permite a cualquier persona descubrir y laborar, “cavar”, cualquier yacimiento sobre fundo propio, o ajeno de acuerdo con su dueño, mas habrá que abonar al Rey dos terceras partes del beneficio obtenido en la explotación minera. No existe constancia, testimonio alguno de que esta reglamentación se hubiese aplicado en la región.

(1). Alonso Carrillo (1624). Pág. 51.
(2). Recogido de Fernández Lorenzo. (1989). Pág. 13.
(3). Recogido de Luque y G. Claverol. (2006). Pág. 24.

(4). Recogido del artículo “Minas antiguas de Asturias y León”. (RIMA, nº 8, 1/9/1915. Pág. 141 a 145 ai), de autor desconocido pero lógicamente atribuible a Ignacio Patac.

lunes, 5 de febrero de 2018

CRÓNICA DE TIEMPOS OSCUROS por Luis Jesús Llaneza González (1)



Este trabajo, por cortesía de L.J.LL.G, lo he preparado para publicarlo en el blog en seis entregas, comenzando por la bibliografía, fundamental para tener una base documental de los textos.

BIBLIOGRAFÍA
Adaro Ruiz, Luis. (1973). De la antigua minería asturiana. (Prólogo y Bibliografía Minera y Geológica Asturiana, con algunas notas sobre el desarrollo industrial de la Provincia). Luarca.
Adaro Ruiz, Luis. (1989). Datos y documentos para una historia mineral e industrial de Asturias. Tomo III. Gijón.
Carrillo Laso, Alonso. (1624). De las antiguas minas de España. Córdoba. (Última edición facsímil de 1992, publicada por el Consejo General de Ingenieros Técnicos de Minas de España).
Casariego, J. E. (1974). El Marqués de Sargadelos o Los comienzos del industrialismo capitalista de España. Oviedo. (Utilizo la segunda edición que incrementa y corrige el texto de la primera, editada en 1950.)
Fernández Lorenzo, Guillermo. (1989). Apuntes para una posible historia de la minería asturiana. Especial referencia a Aller y Mieres. Mieres.
González, Tomás. (1832). Registro y relación general de la Corona de Castilla. 2 Tomos. Madrid.
Luque Cabal, Carlos y Gutiérrez Claverol, Manuel. (2006).  La minería de mercurio en Asturias. Rasgos históricos. Oviedo.
Maffei, Eugenio y Rua Figueroa, Ramón. (1871). Apuntes para una Biblioteca Española de libros, folletos y artículos, impresos y manuscritos, relativos al conocimiento y explotación de las riquezas minerales y a las ciencias auxiliares. 2 Tomos. Madrid.
Mañana, Ramón y otros naturales de Carbayín. (2000). Carbayín. 1615-1883. Interpretación sobre el terreno de las fuentes documentales de la primera minería hullera. Sin localidad de edición.
Mases, José Antonio. (2001). Asturias vista por viajeros románticos extranjeros y otros visitantes y cronistas famosos. Siglo XV al XX. 3 Volúmenes. Oviedo.

Vigil Álvarez, Fausto. (1954). La minería en Siero. Oviedo. (Boletín del Instituto de Estudios Asturianos, número 22).