Aunque
el carbón de Gijón tiene alguna corta ventaja al de estas Minas de Avilés, es
con aplicación a las fuertes fundiciones de hierro, más para los Vapores los
han preferido a los de Gijón por la mayor llama que ofrecen los de aquí; y así
es que no consumen de otros todos los Vapores de la Marina Española…
Armando
Nagel. (CC.AHA.)
17-septiembre- 1835.
LAS LANCHAS DE ARNAO
Las minas de Arnao, sitas a orillas del mar a una legua corta, al Oeste del puerto de Avilés, han llamado la atención de los industriales desde tiempos bastante remotos, y de veinte años a esta parte la de muchas personas dedicadas a la ciencia.
Suficiente motivo era para lo primero la
circunstancia topográfica y orográfica de que se hace mérito, máxime asomando a
la vista sobre la pendiente de un ribazo, y en la misma playa del mar, en
muchos bajamares plenilunios, un banco de considerable espesor, único conocido
en la formación de Arnao, hasta estos últimos años, y objeto de explotación en
tajos abiertos desde la primeras aplicaciones del combustible mineral en estas
provincias[1].
La
primera pregunta que debemos plantearnos es conocer las ventajas que se
buscaban con el consumo de carbón de piedra, hasta entonces lo había sido el
carbón vegetal, para que se iniciaran los trabajos de explotación el 20 de
diciembre de 1833, siendo el Ingeniero de minas belga Armando Nagel el director
de la Real Compañía Asturiana de
Minas. Le acompañaron otros dos Maestros de minas belgas.
Desde
Bilbao, Hilarión José de Ugarte, quien se dedicaba a fabricar ollas de boca
ancha a la francesa, aunque también fabricaba modelos a la inglesa, en escrito
remitido a D. Pedro Martínez, en Arnao, nos aclara algunas cosas: No deje de
traerme una muestra de esos carbones de piedra que me dijo, y que deben de empeñarse
esos mineros es de hallar carbón de piedra como el Inglés que llaman de
Composición para calcinarlo, este carbón es sólo polvo y cuando se echa a un
horno como el de pan que tiene una abertura por arriba, el carbón polvo se une
en tales términos que a veces hay que romper y sacar en pedazos de dos o tres quintales, esto es lo que
necesitamos, y no lo de Langreo que metemos una piedra de 3 quintales y sale
todo derecho y en polvo... Sobre las propiedades que debía tener este carbón
que recomendaba buscar en Arnao añadía: No tiene mal olor ni humo maligno
que ataca a los pulmones antes a la contra se puede estar tomando su humo, con
beneficio del pecho y a tísicos, así es preciso hallar esta calidad que el que
la encuentra puede llamarse feliz, por la mucha venta que tendría para nosotros
y el extranjero.
[1] . Desoignie. Adolfo. Descripción con plano y
cortes geognósticos del criadero carbonífero de Arnao “Revista Minero Metalúrgica“.
Año 1850. Pág 274.
si es Madre o Mujer y éste me dijo que en los
reconocimientos que hizo un Químico en las minas de carbón de piedra que halló
una calidad que no servía para fraguas, ni para fabricar fierro pero que
quemaba sin ceniza, era más superior que de la mejor leña para pasar las
coladas de ropa. Si V. puede indagar donde se halla esta clase de carbón espero me consiga 4 ó 6 quintales...
contrataremos a trueque de potes[2].
En el lugar más próximo
a la orilla del mar donde posteriormente se construiría el embarcadero de las
lanchas se iniciaron los trabajos de explotación del yacimiento de Arnao.
Elegido por Armando Nagel, junto con Nicolás Max Lesoinne, socio fundador de la
Compañía, en el punto que me habéis designado en nuestro viaje de entonces,
me ha parecido el más favorable... para llegar al carbón en menos tiempo”[3]. Armando Nagel
continuó con las obras. En Arnao hizo un relleno en el muelle para embarcar el
carbón y preparó un camino para llegar a la mina. En Santa María del Mar preparó
el camino hasta donde cargarían las lanchas y en San Juan preparó el
muelle y el cargadero a pie de mina e hizo una fragua y una caseta para
trabajar la madera. Posteriormente se propuso quitar la peña de Arañón que
hace el puerto de San Juan muy peligroso[4].
El lunes 5 de enero
de 1835 se registra el primer transporte de carbón en carros a Avilés. Son 50
quintales castellanos[5]. Seguirían ese mismo
mes envíos de 12, 40 y 41 quintales. Los gastos de acarreo resultaban muy
elevados, encarecían el precio 2 ½ reales el quintal castellano puesto a
bordo, más del 35%. Es el primer problema importante que ha de resolver
Armando Nagel para competir con el carbón que se exportaba desde Gijón. La
corta distancia en el mapa entre el yacimiento y el fondeadero de San Juan
donde se embarcaría en los veleros resulta engañosa. La loma de San Martín, en
las proximidades del yacimiento resulta insalvable para el paso de los carros y
se plantea la necesidad de hacerlo por mar, pese a las dificultades que entrañaba:
Esta costa es tan
peligrosa en tiempo de invierno, que estaremos cuatro o cinco meses anualmente
sin vender carbón… La mala barra de Arnao es uno de los obstáculos mayores que
se ofrecen en estas minas…
La mina explotada por
la Real Compañía Asturiana de Minas era la de Arnao. Una en Santa María
del Mar y la otra en San Juan empezarán a explotarse dentro de
algunos meses…
Armando Nagel proseguía
con los trabajos:
Estamos ahora
haciendo en Arnao un almacén en el muelle que servirá para almacenar el carbón
por el invierno y para cargar las lanchas en flota: están empleados en él
60 jornaleros y contamos que se rematará dentro de un mes[6] y favorecería la
exportación del mineral.
[2] . Copiador de cartas Archivo Histórico de Asturiana de
Zinc. En lo sucesivo: (CC.AHA.). (15-Diciembre-1833).
En el Archivo Histórico de Asturiana de
Zinc encontré el primer documento de embarque de carbón de la Real Compañía
Asturiana de Minas. Se trata del buque francés Le Cid, de
Nantes, Capitán Mr. Tahet. Llegó
el 26 de mayo de 1835 y se hizo a
la vela desde el fondeadero de San Juan con destino al puerto de Adra el día 10
de junio con un cargamento de 2.620 quintales de carbón[7] para el primer
cliente importante: SS. Scholtz Hermanos, sociedad del comercio malagueño que
durante algún tiempo estuvo en la Gerencia de la fundición metalúrgica de plomo
de San Andrés, ubicada en Adra pretendían adquirir 8.000 a 10.000 quintales
castellanos de carbón al mes. El importe de esta primera venta ascendió a 7.550
reales de vellón. Es significativo,
pero no ocasional, que el primer velero que embarcó con carbón sea un velero
francés. Estos veleros tienen asegurado el retorno desde el muelle de San Andrés
en Adra donde cargan plomo para los puertos del Norte de Francia. El cargamento
se termina de completar con pasas, vino o aceite, debido a que el peso del
plomo no permite llenar las bodegas de los barcos de vela sólo de este
producto. En su viaje de ida se aprovisionaban en Gijón y a partir de ahora
también lo harán en el fondeadero de San Juan.
Para transportar el
carbón hasta el velero en el embarcadero de San Juan se utilizaron lanchas desde
el muelle construido al efecto. Sobre la tripulación de las mismas sabemos, por
un comentario ocasional realizado dos años más tarde:
En la actualidad no
hay más trabajos de reconocimiento que los de la Mina de Santa María del Mar,
en ella están empleados 7 hombres, a saber 5 peones, 1 herrero y el muchacho
del fuelle; estos componen la tripulación de una lancha y no trabajan
cuando hay temporales que impide conducir carbón por mar... En la Mina de Arnao
no se pueden emplear marineros porque los trabajos no se pueden arreglar con
peones que no se encuentran los días que el tiempo está bueno[8]…
Coincidiendo con las
revueltas Carlistas la situación que atravesó la Real Compañía Asturiana de
Minas por falta de liquidez y pedidos fue crítica, lo puso de manifiesto su
director Armando Nagel a Joaquín María de Ferrer, socio fundador de la Compañía.
Con impaciencia
espero el favor de sus cartas en la situación crítica que he quedado de no
tener extracciones, precisamente en la estación más oportuna, y cuando hay
almacenado en estado de embarque considerable cantidad de dicho combustible[9].
Esta situación,
discurría el año 1837, obligó a Armando Nagel a cerrar las minas de Santa María
del Mar, cuyo laboreo se reanudaría años más tarde por las galerías de la Mina
de Arnao, y la de San Juan, donde se extraía carbón para los caleros que existían
en la desembocadura de la ría avilesina. Cansado de la tensa situación a que
estuvo sometido en esa época, Armando Nagel dejó hecha la siguiente reflexión:
Si esta Guerra desoladora de los Pueblos, familias
y de sus fortunas
tuviesen pronto término,
el aspecto de las Minas sería bien diferente. Si aquel mal influye en la
decadencia de todos los Establecimientos e industrias, no es ésta la que menos
sufre sus consecuencias por no ser de una parte las extracciones lo que
debieran, y de otra la lucha de tantos
obstáculos como semejante estado presenta para los negocios y el Gobierno para
adelantar en su fomento[10].
Adolfo Lesoinne,
Ingeniero de minas y profesor en la Escuela de Minas de Belgica, nieto de
Maximilián Max Lesoinne, vino en verano a Arnao a relanzar el laboreo en la
mina. Al regreso a su país lo acompañaría Armando Nagel que fue a París a
visitar a su padre y al Sr. Aguado, Marqués de las Marismas, quien
recientemente había adquirido las Minas de Langreo y el director de Arnao
pretendía dirigirlas. Para conseguirlo, antes de partir, le pide ayuda a su
amigo Guillermo Schulz, Inspector de Minas de Asturias y Galicia, al corriente
de su viaje, en los siguientes términos:
... debo manifestar a
V. que será muy regular que no permanezcamos en esta sino hasta fines del
presente mes, por si sucediese que V. retardase para mas adelante su venida,
ruego a V. tenga la bondad de recomendarme al Sr. Aguado de París para cuanto
considere necesario , ya con respecto a mi en el caso de que se determinase y
aceptase la dirección de sus Minas de Langreo, como también para otros planes
que tal vez pudiesen tener lugar en beneficio de ambas empresas, a cuyas
consideraciones estaré sumamente reconocido[11].
En octubre de 1838,
el también Ingeniero de Minas belga, Adolfo Desoignie sustituyó a Armando Nagel
en la dirección de la Real Compañía Asturiana de Minas y según el
Ingeniero José González Lasala[13], cuando se encargó
de la dirección de estas minas, con criterio firme abordó un primer problema
que se le planteó porque al tener que estar atracados demasiado tiempo los
veleros en el embarcadero de San Juan por falta de carbón, le obligó, en varias
ocasiones, a asumir los gastos de las estadías de dichos veleros, total o
parcialmente. Tomó dos medidas que enseguida se hicieron notar en la rapidez
de los embarques de mineral. Puso techo al depósito que tenían habilitado en el
embarcadero de San Juan y modificó el sistema de embarque, y al efecto
discurrió el aparato de que se hace uso en la actualidad, muy bien dispuesto
considerándolo teóricamente, y mejor si se le ve trabajar, y el modo de
apreciar todas las circunstancias a que tiene que dar cumplimiento.
Continuará...
[13] .
González Lasala, José. Memoria sobre las minas de carbón de piedra de Arnao
(Asturias)/ Presentada a la Dirección General del ramo por el aspirante D. José
González Lasala /1847. Centro de Estudios Rurales de Cantabria. Universidad de Cantabria 1991.
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