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viernes, 27 de abril de 2012

"El Comandante Minero" y el murciano

Foto gentileza de José Luis Gómez

Fui a pedir trabajo al lugar que tenía más próximo de donde estaba alojado. Igual que ocurre aquí, bastaba con que por la mañana acudieses a pedirlo para ser contratado, pero si además llevabas un animal de carga, estaba asegurado. Estuve con el encargado del “Anchurón de la Crisoleja“.
En este lugar se estaban haciendo las rebuscas en las antiguas galerías romanas de la mina “Relámpago“. No puso ningún reparo ni a mí, ni a la mula. El sueldo iba a ser el doble del que ganaba en mi pueblo trabajando las diez horas y si fuera necesario podría echar más horas. Pronto me hice con dinero suficiente para adquirir un par de robustas mulas que procedían de Palencia.
La mina se encontraba después de una curva muy pronunciada que hacía el arroyo, seco entonces, y el camino antes de llegar a la pared de la sierra. La entrada era una cueva donde una gran bóveda de varios metros de altura iba disminuyendo según te ibas introduciendo. A lo largo de ella, a ambos lados, montones y más montones de piedras acumuladas durante la explotación romana.
Toda conquista de una civilización es el punto de partida de nuevas investigaciones científicas. Las piedras desechadas por los romanos eran muy pesadas por tener gran cantidad de plomo. Les resultó imposible con los métodos de su época obtener plomo, por eso las buscábamos ahora. Ya estaban arrancadas de la mina, sólo teníamos que escogerlas y luego llevarlas a los molinos para su tratamiento antes de pasar a los hornos de las proximidades de la mina. Dentro teníamos muy buena temperatura. Las mulas se encontraban muy bien a la sombra mientras las cargábamos. El trayecto que habríamos de realizar era más largo dentro de la mina que una vez en el exterior.
Para iluminarnos ...

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