Es momento de ocuparnos de los sueldos de los
marineros. Desoignie hizo referencia a los jornales de los marineros: Seis
marineros y un patrón son los tripulantes de cada lancha y cobran a razón de 11
maravedíes por quintal entregado a bordo ó en almacén y gana cada marinero de 9
a 12 maravedíes por cada lanchada completa, pero es de advertir que con
frecuencia pierden idas y venidas por la inconstancia del mar y del tiempo. El
no tener lanchas propias sería ciertamente ponerse en el caso de perder más de la mitad
de las coyunturas de buen tiempo[22].
Efectivamente el Mar
Cantábrico por la duración y fuerza de sus temporales, especialmente las
galernas fueron siempre un condicionante para las exportaciones; hasta tal
punto, que llegaron no sólo a paralizar la actividad marítima, también la
actividad minera se vio afectada.
[21] . (CC.AHA.) 18
-marzo- 1842.
[22] . (CC.AHA.) 12
-diciembre- 1845.
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carbón embarcadas en
la concha de Arnao a pesar de las
mejoras que ha recibido el método de embarques[23].
La mejoría del estado
de la mar aceleró el movimiento de veleros: Después de siete meses de tiempos y
mares borrascosos, han venido otros bonancillos, que han facilitado las
conducciones por mar de los carbones, llegando a 197 lanchadas de a unos
235 qq. cada una desde mediados de mayo a fines de julio[24].
En una ocasión una de
las lanchas de Arnao realizó un transporte de carbón hasta el puerto del Musel
en Gijón. La Sra. Viuda del Sr. Toribio Cifuentes de Gijón pide que se le envíe
a modo de ensayo carbón de la Real Compañía Asturiana por medio de la goleta Paquita.
Como ésta ya se había hecho a la mar cuando se recibió la carta, Desoignie
escribe: Creo que sería mejor aprovechar una buena coyuntura, y mandar a
esa, una lanchada directamente de la mina[25].
El 15-abril-1846 la lancha
Paloma, Capitán D. Modesto Alvarez, embarcó 211 quintales a nombre
de Anselmo Cifuentes.
Por
motivo de un conflicto surgido con el director de las Fábricas de Fundición y
Loza de Sargadelos por la diferencia entre el peso del carbón puesto a bordo y
el desembarcado en San Ciprián (Lugo), Adolfo Desoignie precisó las condiciones
que imponía la mar a las lanchas en su viaje de ida y vuelta a San Juan: …el
servicio de las lanchas carboneras es sumamente irregular, atemperado siempre a las horas de
marea resultando de aquí el verificarse su descarga en horas de noche o de
madrugada, con mucha frecuencia; que por evitar el desmenuzamiento de carbón se
pesa éste, como siempre se ha hecho, en las vasijas o carretillas que sirven para la carga de las lanchas
en las minas y que repetir esta operación el tiempo de la descarga a bordo de
los buques, sería una causa de desmejora para el combustible, y una tardanza
perjudicial a mis intereses. Este método de pesar el carbón, al pie de las
minas, está establecido en todas las empresas carboneras y la de Arnao no ha
tenido hasta ahora motivos para variarlo, ni sus consumidores para quejarse del
mismo… Cual ninguno, estoy interesado en el pronto alistamiento de los buques
que se me dirigen; almacenar el combustible redundaría en perjuicio de los
consumidores, por el desmenuzamiento consiguiente a dicha operación. En los
meses de verano, es poco probable una larga tardanza de los buques, y cuando la
mar no permite el servicio de las lanchas, imposibilita así mismo la
salida de aquellos [26].
En
otro escrito puntualizó:
__________________________________________
.
Por
la respuesta a otra queja de Ramón Cayetano Ramos, director en Sargadelos,
conocemos la pérdida de una lancha:
Manifesté
a Vs. a su tiempo la falta de pólvora en los estancos de la Provincia
circunstancia que entorpece mis extracciones de carbón; a esto vino agregarse
la pérdida de la mejor de mis cuatro lanchas, con su cargamento y
algunos días de viento serio, circunstancias todas suficientes para motivar la
corta demora que produce las quejas de Vs.[28]…
Bibliografía:
Vilela Campo, Alberto: Avilés: Carbón y veleros. Gráficas
Summa. 2008.
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